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domingo, 25 de septiembre de 2016

SANCHEZ CADA VEZ MÁS LEJOS DE LA REALIDAD


Por Mirta Balea

El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y candidato a la presidencia Pedro Sánchez se halla en vías de que los bosques anden, que le habían predicho a Macbeth que ocurriría cuando la selva de Birnam se pusiera en marcha hacia Dunsinane y el malo malísimo de McDuff le matara.

La manada dirigida por las ideas de Sánchez de lo que debe ser un gobierno en España marcha hacia abajo en espiral por las laderas del monte. Claro que ninguna persona es siempre coherente, siempre generosa, siempre sensible, siempre honesta, siempre honrada y demás, las malas costumbres, los vicios y los egoísmos nos pueden.

Ahora todo el socialismo español -o eso parecería- busca ofrecer al país una alternativa ante el fracaso de investidura del presidente del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy. La pregunta en boca de todos es si al líder del PSOE, un partido que ha gobernado doce años seguidos y después ocho más, le mueve un interés personal o el bien de la nación.

La respuesta, a mi modo de ver, es que alguien congruente, debería prestar más atención al resultado electoral y donde nos coloca como elemento político decisivo. Y las cifras dicen que, tanto el 20 de diciembre del 2015 como el 26 de junio de este año, el PP subió en votos, porcentaje y escaños y el resto de fuerzas bajó de manera sustancial, lo disfracen como lo disfracen.

A nadie se le escapa que Rajoy y Sanchez debieron renunciar el 21 de diciembre, al día siguiente de las elecciones. El primero perdió 42 diputados de una tajada y el segundo perdió una cantidad similar, que se sumaba a la bajada del anterior candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, quien sí dimitió por esto de su cargo de secretario general.

Los dos insistieron en aferrarse al sillón y aunque Rajoy subió el día 26 14 escaños en el Congreso, no deja de ser un mal resultado y otro tanto para Sanchez, quien perdió 5 diputados.
El daño electoral cuenta y no puede ser borrado. Quizá con algo similar en mente, Oscar Wilde dice que la verdad es raramente pura y nunca sencilla.

La forma de valorar lo que ocurre con nosotros y con los otros es la mejor medida para cuantificar el fracaso. Para el psicólogo humanista como Abraham Maslow lo mejor sería preocuparse primero por las necesidades básicas o de supervivencia y escalar así una pirámide hasta la cima que son las necesidades básicas. Pues justamente, los candidatos de PSOE y PP hacen lo contrario, lo que cuenta para ambos es empezar por la satisfacción de ellos, por la cúspide.

Claro que el panorama no se presenta igual para ambos. Rajoy necesita para ser investido -y dice que lo intentará otra vez o si no terceras elecciones- superar la barrera de 170 escaños con los que se presentó en el primer intento  el pasado 2 de septiembre y hay que admitir que le faltó poco, solo seis escaños o en todo caso 11 abstenciones.

Su carisma es lo que obra contra él. No puede y no podrá llegar a acuerdos porque durante su gobernanza de mayoría absoluta pasó el rodillo muchas veces sobre los líderes parlamentarios sin escrúpulo alguno. Como líder, su propio partido debía haberlo sacado hace tiempo y en cambio vociferan que él es el hombre apoyándose en la ficción de que ganó 800 mil votos más en tanto los otros bajaron, lo que en un régimen parlamentario nada significa.

El caso de Sánchez es pura y dura sobrevivencia, por eso ha propuesto un Comité Federal el primero de octubre, consultar a las bases, y convocar un Congreso, algo que el PSOE no hace a menos que haya gobierno. Quiso hacer pasar a Rajoy por la negativa a presidir el país que el mismo sufrió 2 de marzo último y ahora retoma la fórmula del gobierno alternativo.

Examinando de cerca el asunto vemos que este gobierno estaría compuesto, en buena lid, por los escaños del PSOE (85) y de Unidos Podemos (71), pero la cifra hay que escudriñarla más, porque esta última formación no tiene un carácter grupal, a no ser que hablemos de los más cercanos a su líder Pablo Iglesias, sino que tiene ramas por dondequiera. Yo he contado 15. ¿Nos gobernarían entonces 16 formaciones políticas? Y si Sánchez va a una investidura con solo esto ¿tendría mucho más derecho que Rajoy, que se la jugó con 170 diputados a favor? 

Cuando los resultados electorales dieron mayoría al PP y este comenzó a darse escofina en el ombligo por ello, Sánchez se apalancó en el NO a Rajoy y logró un acuerdo Federal que lo apoyara, con el matiz, de que le recordaba también la imposibilidad de pactar con Unidos Podemos en tanto no abandonara su interés por el referendo en Cataluña, que tanto rédito le ha proporcionado a esa formación en la Comunidad Autónoma de Cataluña y en el País Vasco, donde ha dejado como residuales a los dos grandes partidos constitucionalistas nacionales.

Así que abandonando lo de constitucionalista y a pesar de lo declarado por la Federación y que le ha servido de muletilla contra Rajoy, Sánchez se ha dado a la tarde de buscar acuerdos, aunque "solo sean" para una abstención, con las fuerzas que quieren romper a España como Esquerra Republicana por Cataluña y Partido Demócrata Catalán, antes Convergencia, y con el Partido Nacionalista Vasco, cuya exigencias persiguen más lento y más legal lo mismo.

La teoría del intercambio nos dice que hay que tener en cuenta las recompensas y costes de lo que hacemos y aquí nos hallamos en el punto crítico de evaluación al comparar las alternativas posibles o al atractivo de otras alianzas a través de los compromisos, que cambian siempre, aun cuando querríamos creer que son inmutables.

Ni siquiera los bosques son de fiar. El implacable McDuff ocultó a sus guerreros en la frondosidad de Birnam y utilízó las ramas de los árboles como máscaras y escudos para matar a Mcbeth. Sanchez está ahora ante el bosque andante por su disonancia cognitiva, como la del líder de UPodemos, Pablo Iglesias. Esto es grave en un político, porque si no somos capaces de variar nuestros puntos de vista estaremos atrapados en un desenlace inferior al deseado o esperado.

La actitud negativa y sin salida de Sánchez viene fraguándose desde el 20 de diciembre alrededor de cómo se siente, frustrado por no haber alcanzado su deseo en marzo, cada vez más encapsulado en su postura de bloqueo. Decide entonces pasar a las bases socialistas la decisión, que debería tomar un hombre que pretende gobernar una nación.

El grupo socialista, como indica la lógica general, pondrá la lealtad al líder por encima de cualquier otra consideración porque piensan que en la unidad está la fuerza. Si alguien cree que esa aparente división observada en estos días por las declaraciones públicas de algunos "barones" será constante en el tiempo, se equivoca, al final ganará Sánchez.

Cuando conversa con los nacionalistas catalanes y vascos, por no utilizar el término independentista, el líder del PSOE no tiene en mente que cualquier pacto surgido de ese diálogo se habrá hecho a costa de la fractura de España. Hay algunos, como el secretario socialista catalán Miquel Iceta, que apoya el NO a Rajoy con uñas y dientes, de una forma histérica, como si en esto le fuera la vida, así que para él como para otros todo vale.

Es más que probable que algunos barones hayan pretendido dejar al descubierto deliberadamente los errores del plan de Sanchez para intentar frenar lo que viene, pero al final, nada enturbiará la entrañable atmósfera que hay en el PSOE. Un caso como el de UPodemos, ahora inmerso en una batalla interna, que sus líderes llaman debate sano, entre si es mejor el asalto al cielo a la moderación política. De cualquier manera, son muchas las confluencias en esa agrupación, que hace mucho más difícil ponerlas de acuerdo y evitar la fractura.

El pensamiento grupal hace que la gente se vuelva excesivamente optimista, racionalice las decisiones en vez de reconsiderarlas con seriedad y madurez cayendo en la autocensura, aun cuando por debajo no se puedan calmar los vapores de la digestión. Vencer y sobrevivir puede parecer lo mismo pero se paga un precio.

Sanchez está experimentando ahora esa cierta sensación de fuerza en ser elegido entre otros, que tenían como él un destino manifiesto, pero la mayor seguridad solo puede dársela el sentirse invulnerable, algo verdaderamente difícil cuando los ciudadanos te han dejado con 85 escaños en el parlamento.

Hace unos días, una periodista, durante una tertulia televisiva, se preguntaba ¿qué importancia tiene que Sanchez lo intente? Ninguna, claro está. La importancia no está en el intento, sino en la manera en que obtendrá los apoyos necesarios y qué desgaste político traerá esto al PSOE.

Para Sanchez resultara productivo, porque aunque dure dos meses su gobierno, se garantiza una renta vitalicia como presidente, y lo más importante ¿a ver quién es el guapo que le disputará su sillón en el Congreso próximo? Y todo esto a pesar de ser un líder mediocre, sin altura de miras, de discurso ruidoso, pero insustancial, que no sabe ni donde está parado porque su propia falta de talento se lo impide.







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