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miércoles, 28 de septiembre de 2016

EL SOCIALISMO ESPAÑOL EN JAQUE



Por Mirta Balea

El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, intentará que la Ejecutiva Federal -máximo órgano de dirección entre Congresos-apoye su enésima pirueta para sobrevivir en el cargo y llegar a la presidencia del país mediante pactos alternativos de gobierno a todas luces imposibles.

Sánchez pedalea para no caerse de la bicicleta en este largo tiempo de descuento desde el 20 de diciembre con el fin de que todos se mojen en el bloqueo a la investidura del líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, que obtuvo 800 mil votos más que los socialistas.

Sánchez convocó para este sábado a la Ejecutiva a fin de someter sus ideas, previo a citar a la militancia, para que las avale y así socializar su fracaso personal. Después, según sus planes, tendría lugar el Congreso (express) para restar margen a cualquier competidor por la secretaría general.

El líder socialista confesó hace apenas 48 horas a la cadena de radio SER que cualquiera sea la decisión de la Ejecutiva no dimitirá, lean bien, tanto si lo apoyan como no. Su actitud "chulesca" está precedida por una concatenación de fracasos electorales, dos veces en elecciones a la presidencia y las más recientes en las autonomías de Galicia y País Vasco.

En esta última Comunidad Autónoma, resulta casi incongruente que haya cosechado tan malos resultados, frente incluso a Unidos Podemos y a EHBildu, la marca política del terrorismo etarra. El PSOE gobernó en ese feudo natural del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y derramó sangre de los suyos durante la oscura etapa de la lucha contra la banda terrorista.

Las elecciones locales tienen la particularidad de que gana quien ha labrado mejor el huerto y la imagen del líder que se presente debe tener fuerza o carisma. El dedo divino de Sánchez designó a los candidatos del PSOE, perfectos desconocidos en esas autonomías o al menos sin el bagaje previsible para ganar en las urnas. Lo único a favor de esto es que son incondicionales del secretario general, pero esta consideración ha hecho que en este momento el partido sea irrelevante en ambas localidades.

En la misma entrevista con SER, Sánchez explicó por qué no dimitirá: quiere asumir responsabilidades. Cuando se encadenan tantos fracasos relevantes para la política de un partido, lo que suelen hacer sus líderes es dimitir, no mantenerse para "asumir responsabilidades", apoyándose sobre todo en que fue elegido en primarias. Tomas Gómez, que tuvo el mismo recorrido en la Comunidad de Madrid, fue sacado manu militari por Sanchez para colocar a alguien de su séquito.

La realidad se presenta ahora mismo para el PSOE como la antesala para una más que probable desaparición del escenario nacional en una década. Si Unidos Podemos lograr sobrevivir a sus malos resultados, como parecer ser su propósito, el país se encontrará que donde antes estuvo la socialdemocracia moderada y centrista, habrá una izquierda radical dispuesta como hasta ahora a colocar palos entre las ruedas del sistema, sin mostrar hasta el momento un proyecto viable y reconocible para el país. Lo único que importa a los que siguen a Pablo Iglesias es cambiarlo todo, poner el país al revés, porque nada es bueno ni funciona adecuadamente para ellos.

Las elecciones del pasado domingo en Galicia y País Vasco, en el primer caso dando el voto al PP y en el segundo, al PNV, han dejado claro que la gente necesita estabilidad y en ocasiones también continuidad en las políticas.

Iglesias recordó no hace mucho a Sánchez que no es nadie sin Podemos y lo ha demostrado esta misma semana al quitar su apoyo al líder socialista de Castilla la Mancha, Emiliano García Page, en lo que ha sido una argamasa para gobernar y quitar del medio al PP. Desde la sede del PSOE en Madrid, no ha habido una voz alzada para repudiar esta acción.

La lideresa de los socialistas andaluces y presidenta de la Junta de gobierno, Susana Díaz, reclamó poner fin a las injerencias y al chantaje de Podemos al PSOE al comentar los de García Page, que se ha quedado colgando de la brocha. Andalucía es un feudo tradicional del partido, poderoso y determinante en los Congresos.

El PP ha dicho que podría contribuir al mantenimiento del gobierno de la Mancha por el bien de los ciudadanos, que ninguna culpa tienen de estas diferencias políticas y esto, a pesar de que fue la fuerza más votada en las últimas elecciones autonómicas, a tan solo un diputado para la mayoría absoluta, y que vio como le arrebatan el gobierno la alianza PSOE y Podemos.

El apoyo no será gratuito, es de esperar. El PP necesita los votos o la abstención socialista para gobernar España y es posible que esta sea una de las condiciones para su respaldo a García Page. Queda pendiente que Podemos de otro golpe de mano similar en Extremadura y Aragón.

Las razones para restar apoyo a los socialistas en Castilla la Mancha, según un comunicado ayer, es que la gestión no era satisfactoria y se incumplían ciertas reglas del acuerdo de gobierno porque el presidente de la autonomía estaba más preocupado por los debates internos del PSOE que por gobernar.

El problema es que hace apenas dos meses, Iglesias, en un viaje a Guadalajara, dijo que el acuerdo funcionaba bien y en menos de 60 días ha habido un giro radical. Nadie se cree la razón de la ruptura dada en el comunicado. Una gran mayoría supone que se trata de una advertencia de Podemos a los barones del PSOE y a Sánchez para que acepten una alternativa de gobierno con los de ese árbol con muchas ramas. 

Sánchez viene lanzando órdagos a su partido desde las elecciones de diciembre pasado cuando obtuvo los peores resultados electorales (90 diputados), superando a su predecesor Alfredo Pérz Rubalcaba (110), quien dimitió ante el fracaso en su gestión. La cifra bajó más aún el 26 de junio cuando los socialistas se quedaron con 85 diputados y salvaron por los pelos los muebles ante UPodemos, que perdió casi un millón de votos a nivel nacional. 

Sánchez ha probado hasta la saciedad en los meses transcurridos desde las elecciones de diciembre  que carece de visión política y de sentido de Estado, cuente con el aval que cuente. Si dirigiera una empresa le habrían echado por incapacidad en la gestión. Pero él insiste en que el PSOE debe tener una única voz: la de él.

La propuesta ideal para Sánchez ante la Ejecutiva Federal sería haber logrado un pacto con UPodemos y Ciudadanos, pero estas dos agrupaciones le han dicho que no se tragan entre sí. Así que la alternativa va de la mano de UPodemos y los independentistas catalanes y vascos. En el fondo, lo que está haciendo desde hace tiempo es confundir tacticismo de supervivencia con las necesidades de los españoles y pretende que el partido lo secunde.

Díaz señaló que la tarea principal de un líder del PSOE es buscar la cohesión y evitar dilemas que dividan al partido. Puede que alguien lo dude, pero desde la sede de Madrid se prometió una abstención si el PP lograba 170 escaños, que harían que solo le faltaran 6 para la mayoría absoluta. Esto no se cumplió, y Rajoy quedó fuera de combate el pasado 2 de septiembre en la investidura, aunque dice que lo intentará de nuevo o si no terceras elecciones.

Ximo Puig, presidente del gobierno valenciano, ha abogado porque el debate en un Congreso sea sosegado, lo que es usual en la "socialdemocracia española", en una velada crítica a las prisas con las que Sánchez pretende convocarlo. Quedó demostrado la víspera que Sánchez lo tendrá crudo este sábado en la Ejecutiva para lograr poner en marcha su propio calendario de primarias y Congreso y que las discusiones serán subidas de tono.

Rajoy, entretanto, ha aprovechado la coyuntura para insistir en que lo mejor para el país sería un pacto de Estado que responda a la voluntad de la gente con PP, PSOE y Ciudadanos. Para él esto tendría lógica y sentido común y evitaría ir en diciembre a unas terceras elecciones en un año.

Cuando el secretario general tiene un poder omnímodo y dice que quien se mueve no sale en la foto, la lealtad y el coraje políticos entran en disputa con el elemento dominante y en vez de virtudes pasan a ser escollos en el camino de quien desea imponer sus ideas. En ese contexto debemos ver la acción de Podemos de quitar su apoyo al gobierno de Castilla la Mancha. Se ha decantado por la lucha de Sánchez y ha decidido meter una cuña en el debate.

Podemos es consciente que tiene su única oportunidad de formar parte de un gobierno con el PSOE en igualdad de condiciones como gustan de repetir. De celebrarse nuevas elecciones los resultados no mejorarían las perspectivas actuales, incluso puede que estas dos formaciones políticas pierdan suelo electoral, ante un PP que estaría tal vez en un tris de rozar la mayoría.

Unidos Podemos perdió el 51% de los votos en el País Vasco y en Galicia, 100 mil, formando parte de la coalición de agrupaciones representadas por la sigla En Marea. El bajón se registró, en el caso gallego, en aquellos lugares donde venía gobernando desde las últimas elecciones autonómicas. Se puede resumir que en Galicia no tiene liderazgo de futuro y en Euskadi la gente se ha decantado por la izquierda radical de Bildu, incluso antes que por el PSOE.

Lo que tiene hoy España es el resultado de que quien debió dimitir en diciembre, o al menos en junio, no lo hiciera a su debido tiempo y pretenda seguir en la secretaría general como si lo estuviese haciendo de maravilla.

La pregunta es cuántas derrotas tiene que encadenar el PSOE para que se muevan las sillas y se conecte con los electores. Ojo, que hablo de quienes le votan y no solo de la militancia, que son ríos que no siempre se unen en un punto.

Sánchez perfora cada vez más el suelo electoral de la socialdemocracia española, que ha gobernado varias veces desde la instauración de la democracia en los años 70. Con el calendario encima, la Ejecutiva tendrá qué plantearse seriamente las estrategias a seguir en el futuro inmediato y el problema del liderazgo.

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