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lunes, 6 de julio de 2015

Sin OXIgeno, Grecia ha dicho OXI (no) a la Unión Europea





Por Mirta Balea

Un 61,3% de los votantes griegos marcaron la casilla del oxi (no) en el referendo convocado por el primer ministro, Alexis Tsipras, y respaldó su postura para negociar un nuevo acuerdo con los acreedores de la deuda.

La sociedad griega se negó a aceptar un nuevo rescate de la troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) y ha avalado a su gobierno para gestionar una reestructuración de los préstamos anteriores, algo a lo que se oponen más de las tres cuartas partes de los líderes de la zona euro.

Grecia enfrenta desde hoy un futuro imprevisible tras los resultados del referendo de este domingo, pero lo hace sin tensiones, como se ve en sus calles, incluso aunque las colas frente a los bancos sigan para sacar los 60 euros diarios que se les permite a los depositarios.

Los griegos se habrán dicho a si mismos que el miedo de nada sirve a un país en bancarrota, con una paro insoportable, con los jóvenes emigrando en masa en busca de mejores oportunidades y los bancos cerrados por falta de liquidez. ¿Podrían alcanzar mayores cuotas de precariedad?

Desde que fueron suspendidas las negociaciones con Bruselas la pasada semana por Tsipras, los bancos han perdido 78 mil millones de euros por extracciones masivas de sus clientes. Esto ha traído como consecuencia el llamado "corralito", un cierre a cal y canto y dejando los cajeros preparados para un límite al día de extracción. Cada persona puede sacar 60 euros, pero una vez terminado el efectivo disponible, adios y hasta mañana.

Grecia tiene una deuda de 200 mil millones de dólares y debía pagar al FMI el pasado 30 de junio 1,600 millones de euros en razón de préstamos. El ministro de Economía, Yanis Varoufakis, anunció que no cumplirían el plazo, como posiblemente tampoco puedan hacerlo con los 3,500 mil millones de euros al BCE el próximo día 20.

Varoufakis ha presentado hoy su dimisión. Con solo seis meses de ejercicio, el ministro dimisionario se había mostrado ante los acreedores con una personalidad hiperbólica y narcicista, algo desfachatado, al extremo de llamar terroristas a los integrantes de la troika. Su credibilidad resultaría nula en esta nueva etapa de las negociaciones.

Para muchos su decisión ha sido un acto cívico para no servir a Bruselas de pretexto para negarse a negociar con Atenas. Antes de irse ha dicho que Grecia ha tendido su mano y espera de los acreedores una mejor comprensión del escenario financiero a que se enfrentan los griegos.

Este es el hecho que debe encarar Bruselas porque la alternativa sería la salida de Grecia del euro y tal vez de la propia Unión Europea, con un mínimo coste monetario para el conjunto, pero con un peligro geopolítico que podría echar al país en brazos de Rusia o de China y llegaría a ser siempre la mancha que impediría la unión que se ha buscado durante tanto tiempo.

El presidente norteamericano Barack Obama ha llamado a la canciller Angela Merkel y a otros líderes europeos para sugerir una mayor flexibilidad en las negociaciones para evitar el escenario geopolítico de que Grecia gire en la órbita de Rusia. Su preocupación no va acompañada, sin embargo, de una tarjeta visa para ayudar financieramente en la solución del problema.

Mañana tendrán lugar dos reuniones cruciales. Primero la del eurogrupo y después la de los jefes de estado y de gobierno a la que asistirá Tsipras con una nueva propuesta. Dicen que pedirá la reducción de un 30% de la deuda porque ahora mismo el problema no es solo de liquidez sino de solvencia.

El problema de Europa es que carece de talentos en el equipo económico-financiero encargado de aplicar la austeridad desmedida y no están los mejores líderes entre los jefes de estado y de gobierno para enfrentar con visión de futuro -como diría De Gaulle- las complicaciones derivadas de la política y la gobernanza. 

Una salida griega del Club haría inevitable el efecto contagio sobre otros pueblos cansados también de tanta austeridad, que afecta a trabajadores y clases media y deja al margen a la parte social con mayores recursos. Los griegos al votar NO a la política de Bruselas han recordado sus neveras y bolsillos vacíos después de cinco años de recetas.

Los griegos han votado también por una Europa de la diversidad, de valores morales, de solidaridad, de bienestar social, y no por una basada solo en el dinero y en la rapiña de los mas ricos sobre los más pobres dentro de la misma Unión como viene ocurriendo de manera acusada desde que estalló la crisis económica de este siglo.

El referendo no ha cambiado de inmediato las reglas del juego a la que apelan los países que machacan a Grecia en Bruselas como si éstas fueran inamovibles. Entre los que más han golpeado a Atenas ha estado España, a punto de quebrarse en 2011, que ha salido por los pelos de una situación similar y que ahora es de las que más exigen apoyándose en el "gran sacrificio" de su población para cumplir con las recetas de la troika.

España tiene una deuda de 300 mil millones de euros, cien mil millones de euros más que Grecia.

La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha dicho esta mañana que "respeta la decisión del pueblo griego", pero su gobierno debe entender que hay que cumplir con los plazos de la deuda en la que España invirtió 26 mil millones de euros.

Al ministro de Economía, Luis de Guindos, no le quedó otra, en rueda de prensa, que admitir que a la troika le ha faltado sensibilidad en el tratamiento del caso griego en lo político y en lo social y dijo que les recomendaría tomar un curso de relaciones públicas.

La economía de mercado no puede funcionar con la gente sacando dinero de los bancos porque los depósitos sirven para pedir crédito y en caso de insolvencia se entra en bancarrota con lo que Grecia sola tendría que plantearse salir del euro por la caída de la actividad.

Los griegos han votado reconociendo el enorme riesgo y responsabilidad de manejar el día a día en una nueva narrativa de unión, que es lo que expresa también el NO del referendo. 


Esta es la razón de que a pesar de la cola en los cajeros por el "corralito", se observe una calma en la población, que ha sabido reaccionar ante una situación excepcionalmente difícil y ha dado un ejemplo de democracia durante el referendo transcurrido sin conflictos. 

Fuera del corralito, que sigue su curso puesto que Tsipras no puede cumplir su promesa de abrir los bancos mañana, no hay escasez de productos en los mercados, los restaurantes y el resto de centros de ocio continúan funcionando sin problemas y la gente espera. 

El BCE deberá decidir hoy si aumenta la línea de crédito al Banco de Grecia, que ha apelado a la solidaridad del organismo para mejorar la situación de los griegos. El director Mario Draghi no lo tiene fácil si hablamos de las reglas del juego.

Lo primero que hará Draghi es ganar tiempo para dar margen a la negociación mañana, cuando están previstas dos importantes reuniones, la del eurogrupo y la de los jefes de estado y de gobierno para hablar del órdago griego.

Los griegos han mantenido hasta ahora la función de sus bancos por la bombona de oxígeno que les ha llegado de Frankfurt. Atenas no ha pagado con este dinero la deuda, sino que lo ha utilizado en mantener las pensiones y los depósitos bancarios. 

Europa está entre la sociedad griega, que apoya a su gobierno y pide un respiro, y los contables de la troika. Solo resta saber cuánto podrán aguantar los bancos griegos porque lo cierto es que Draghi carece de mandato para salirse del margen de préstamos con garantías legales y los griegos nada tienen que ofrecer.

Si Alemania sigue en su línea de presionar a Grecia hasta la extenuación, esta tendrá que salir del euro, el BCE no le dará más liquidez y aumentarán los problemas. Lo más perentorio ahora es alcanzar la normalidad financiera, hacer transacciones al extranjero y dejar de estar en ralenti como ha ocurrido esta última semana.

Europa debe ser consciente que no hay alternativa al gobierno de Tsipras. Si se convocaran elecciones, ganaría como en enero pasado, algo que ha comprendido el ex-primer ministro Andoni Samaras, quien ha presentado esta mañana su dimisión como líder del Partido Nueva Democracia, que gobernó la pasada legislatura, aplicó las recetas de la troika y perdió el poder ante Syriza. Esta coalición heredó entonces el peor escenario posible.

La realidad es que el estado jamás ha funcionado en Grecia, aunque el sentido de nación recorre todo el arco político griego. La renuncia de Varoufakis, hay que decirlo también, no cambia la postura del gobierno de Tsipras porque el no era más que su vocero. 

La Unión Europea debe volver a la razón porque sus recetas y su posición inamovible ante el drama griego resultan irracionales y es un atentado contra un gobierno elegido democráticamente. A Portugal se la pone siempre de ejemplo por lo bien que ha hecho sus deberes, pero hace unos días superó por primera vez en un 100 % el PIB, lo que demuestra lo mal que ha funcionado la política de Bruselas.

Grecia ha sido el laboratorio de las políticas de la troika durante los últimos cinco años. El FMI ha estado mirando por el mercado global y que no haya deflación y Alemania y el BCE compiten por sus intereses. 

La Unión Europea tendrá que sentarse a pensar un momento sobre la línea a seguir en cuanto a si quiere ser una unión de estados socios o de estados colonias con una fuerza principal: Alemania.

La deuda puede resultar un mecanismo disciplinario para los estados siempre que no suponga que la precariedad es un destino manifiesto en un conjunto de países que pretende equilibrar la balanza de los poderes económico y político en el mundo. Sabemos que los créditos no son inversiones sino una forma de aumentar la deuda y empobrecer al país.


Francia tiene peso y dimensión suficiente para imponerse a Alemania a pesar de su gran deuda y Francois Hollande debe analizar que si se asfixia a un gobierno democrático y europeísta como el griego será la manifestación más fehaciente de la ineptitud de los actuales líderes para negociar una salida digna para todos.

A partir de ahora, flema británica, porque todo puede irse en un segundo entre los dedos. La lógica de la épica no va a funcionar aquí por mucho que los griegos respalden a su gobierno. Se requiere un acuerdo aceptable para todos los socios y altitud de miras, que diría De Gaulle. 

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