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lunes, 23 de junio de 2014

El caos iraquí apunta a un desenlace sin retorno que eclipsa cualquier mediación en la guerra







Por Mirta Balea

La organización Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, en sus siglas en inglés) está cada vez más cerca de su objetivo. crear un califato suní que se extienda también a Siria. Su avance rápido hacia Bagdad ha puesto en máxima alerta a las autoridades iraquíes de mayoría chií.

El secretario de Estado norteamericano John Kerry llegó a la capital iraquí para instar al gobierno de Nuri al-Maliki a que conforme un gobierno en el que tengan voz las minorías sunita y kurda antes de que la rebelión yihadista llegue a un punto de no retorno.

La Casa Blanca ha instado a Maliki, a quien ha apadrinado en estos años, a frenar la violencia insurgente de tintes marcadamente sectarios y que no solo amenaza a Irak sino a todo Oriente Medio, donde los afectos y desafectos se dirimen entre las dos grandes ramas del islam: sunitas y chiitas.

El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, constató el "riesgo real" de "una mayor violencia sectaria a escala masiva en Irak y más allá de sus fronteras". Una regionalización del conflicto estaría traída de la mano por Irán, de un lado, y Arabia Saudita y otros estados del Golfo, por otro.

El régimen iraní ha enviado ya 500 efectivos de la Guardia Revolucionaria, sobradamente preparada en temas de insurgencia, para luchar junto a las Fuerzas de Seguridad del Gobierno de Bagdad, aunque el presidente Hasan Rohani lo ha negado.

La llegada de Kerry coincidió con la captura de dos puestos fronterizos por milicianos suníes, uno en el límite con Jordania, y el otro con Siria. Las victorias militares del ISIS en el norte y oriente de Irak han encontrado el camino despejado por la huída de las tropas regulares, temerosas de enfrentarse a una milicia tan motivada.

Estas victorias han garantizado de manera real a los combatientes suníes un ilimitado control sobre una parte importante de la frontera entre Irak y Siria. El ISIS persigue borrar los límites establecidos entre ambos países por las potencias coloniales (Francia y Gran Bretaña) y avanzar en el establecimiento del pretendido estado panislámico, que pretende reeditar el califato del siglo VII.

Solo hay que contactar con su "hahstag" en Twitter para entender lo anterior. El ISIS hace referencia al acuerdo Sykes-Picot, de 1916, en la Primera Guerra Mundial, para repartirse el Imperio Otomano. Las actuales fronteras de Irak fueron trazadas para beneficiar a los británicos.

El tratado dividía la zona en una francesa y otra británica, otra parte con influencia francesa y/o británica, y una zona internacional en Jerusalen, El Cairo y Suez. 

Que estas últimas victorias de las fuerzas suníes les garantice un corredor para dar un salto -hasta el momento improbable- a los territorios jordano y saudita ha puesto las pilas a los norteamericanos, observadores alarmados de estos acontecimientos.

A pesar de todos estos anuncios, la balanza se inclina a uno y otro lado del escenario, según quien informe. Los combatientes suníes aseguran haber matado a mil 700 soldados iraquíes y el Ejército dice haber avanzado en repeler a los insurgentes de la ciudad de Baquba, a 60 kilometros al noreste de Bagdad.

Resulta cierta la denuncia del gobierno de que ISIS es una rama del movimiento terrorista Al Qaeda, aunque todas las informaciones disponibles desde hace algún tiempo indican que se ha independizado en lo militar y político de la organización, lo que en modo alguno quiere decir que ambas partes se hayan dado el meñique o se desentienda una de la otra.

Los yihadistas del ISIS han amasado en apenas cuatro años unos 2.000 millones de dólares de manera ilegal. Este es un aspecto de la lucha de los islamistas radicales poco conocida y que copia la forma de financiarse de Al Qaeda.

Hace unas semanas fueron incautados 100 pendrives con las finanzas y estados de cuentas del ISIS, que habían pasado inadvertidas porque se usa solo efectivo para bordear la legislación antiterrorista vigente en muchas zonas occidentales en los bancos y que, sin proponérselo, le ha abierto nuevas vías de financiación.

Expertos economistas han escrito sobre la acción del lider del ISIS, Abubaker al Bagdadi, que ha vinculado a su organización a la economía de guerra en Siria, lo que le ha permitido conquistar territorios estratégicos en la frontera común, apoderándose de pozos petrolíferos sirios y revendiendo el crudo a un alto precio.

Puede decirse también, que esta expansión yihadista es una consecuencia directa del conflicto en Siria, al que las potencias occidentales no han podido o no han querido poner fin.

La tosudez de al Maliki en no permitir la entrada de suníes y kurdos a su gobierno, que son las otras minorías repartidas en casi un 40 por ciento del país, ha hecho que tomen las armas voluntarios suníes contrarios a su política, según han señalado fuentes oficiosas.

Maliki ha denunciado a Arabia Saudita por exportar el terrorismo a Irak, pero lo cierto es que su aliado de Teherán ha ayudado también a la inestabilidad que se viene respirando hace algunos años.

El control sobre el puesto fronterizo de Al Qaem, en la provincia de Anbar, al oeste de la capital iraquí, estuvo a cargo de rebeldes que combaten en Siria y cruzaron la frontera la pasada semana para hacerse con vehículos y equipo militar, en su mayoría de fabricación norteamericana.

En la guerra siria, Irán ha puesto también su "granito de arena" proveyendo al régimen de combatientes, armas y dinero para sostener en el poder a Bashir el Asad.

La situación está comenzando a afectar a la producción de petróleo, en especial en la provincia de Salahedin, donde el ISIS ha ganado posiciones y ha obligado a cerrar temporalmente la refinería de Beiji, la más importante de Irak. 


Esto pone en riesgo el suministro de crudo, a pesar de que otras dos centrales, una en Bagdad y la otra en el sur, siguen operativas.

Esta guerra,  si apelamos al lenguaje del béisbol, era una "bola cantada". A estas alturas, sin la cooperación de Estados Unidos e Irán será imposible frenar la embestida de los suníes insurgentes. Una posibilidad real si ambos países no entienden que el ISIS es una clara amenaza a sus intereses estratégicos en la zona.

Cuando en 2003, Estados Unidos se retiró de Irak, dejó unas instituciones débiles, apenas capaces de sustentar un estado y se decantó por propiciar el ascenso de elementos chiíes, la rama musulmana que profesa el 60% de la población, lo que condujo a una política sectaria en cuanto a compartir el poder, en un territorio que no puede permitirse ignorar a los suníes y a los kurdos.

Los kurdos no lucharan junto a las fuerzas regulares porque la guerra les da la oportunidad de mostrar su liderazgo en la región y reafirmarse en lo político frente a un estado iraquí débil, al que podrían exigir la independencia. Son una etnia que ha estado "machacada" desde la época del régimen de Saddam Hussein y sigue estándolo.

Al Maliki lucha con denuedo por mantenerse en el poder, pero para todos, incluso para Estados Unidos, que lo ha apoyado hasta ahora, es el principal culpable de esta guerra. El primer ministro no ha sido siquiera capaz de agrupar a los militares para su causa. La respuesta contundente de las fuerzas armadas está aún por llegar, según algunos observadores políticos. 

Kerry podría pedirle que cediera a las peticiones de compartir el poder y se fuera, dejando paso a otro gobierno, esta vez de consenso nacional, pero si se mantiene tozudo como hasta ahora seguirá dando al ISIS una justificación para poco a poco hacerse con una parte importante del territorio de Irak y avanzar en el futuro, allende las fronteras, cuando consolide sus posiciones actuales.

En la conferencia realizada en Viena, el pasado día 17, en la que participaron Estados Unidos, Francia, Rusia, Alemania, Reino Unido y China, junto a Iran, el ministro de exteriores iraní Mohamed Javad Zarif abordó con su contrapartida estadounidense la situación en Irak.

Lo único que se antepone entre una eventual y específica colaboración entre Washington y Teheran para abortar la crisis que se avecina es la falta de acuerdos sobre la transparencia del programa nuclear iraní, que era el punto esencial del encuentro de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania, con representantes de Teherán.

Todo indica que las reuniones seguirán de manera intermitente con vista a lograr un acuerdo para el próximo 20 de julio, así que se se vaticina que habrá más charlas sobre el tema iraquí.

Otra cuestión son los años de suspicacia entre Estados Unidos e Irán, que les impiden, de momento, limar asperezas. En lo que concierne a Oriente Medio -sin prescindir del gran aliado de Washington en la zona, léase, Arabia Saudita- ambas partes deberían entender que sus intereses estratégicos están en peligro.

Arabia Saudita se ha decantado, como otros estados del Golfo, por los insurgentes suníes, para mermar la fuerza de Irán en la zona, y lo ha hecho no solo de palabra, así que la mediación, iniciada por Kerry en la zona, al visitar no solo Irak, sino Egipto y Jordania promete ser muy larga.                                                                                                                                                                



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