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domingo, 17 de marzo de 2013

Vaticano: Una silla para Francisco





Por Mirta Balea


El papa Francisco está llamado a convertirse en el Alfa y el Omega de una leyenda, la del primer pontífice latinoamericano y jesuita en alcanzar el trono de Pedro, y dispuesto a llevar a su Iglesia un nuevo proyecto evangelizador. En plan chiste, ante el balcón por el que aparecería como es de rigor tras su elección el pasado día 13, observó que los cardenales le habían "ido a buscar al fin del mundo".


Jorge Mario Bergoglio, hasta ahora arzobispo de Buenos Aires, ha demandado del clero católico que sea "irreprochable", por la cuenta que le tiene la herencia de escándalos de corrupción financiera y de pederastia de la que se desentendió Benedicto XVI con su renuncia.


El nuevo papa ha hecho también énfasis en la evangelización, el punto fuerte de la Orden religiosa a la que pertenece: "Si no confesamos a Jesucristo nos convertiremos en una ONG piadosa, pero no seremos Iglesia".


La Compañía de Jesús, fundada en 1540, hace voto de pobreza y humildad y de obediencia al papa. Huye de los poderes, pero se considera a sí misma el ejército de Dios; sus miembros han sido siempre combativos, con la teología como bandera. Lo ha dicho el teólogo suizo Hans Küng: "Siendo jesuita (el nuevo papa), su formación teológica será muy sólida, con seguridad no caerá en los extremismos intelectuales de Benedicto XVI porque los jesuitas buscan las palabras mas cercanas al entendimiento popular".


Este ejército de Dios, organizado por regiones y provincias, tiene a su cargo 200 altos centros docentes y 700 colegios y  controla la Radio Vaticana, el observatorio astronómico del pequeño Estado y dirige la universidad pontificia Gregoriana. El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, es jesuita, así que no puede decirse que resulte una presencia silenciosa, a pesar de la merma habida en sus filas en los últimos 20 años que ha reducido su número a cuatro mil miembros.


Hay tres Ordenes consideradas de fuerza en la Iglesia católica: los jesuitas, los franciscanos y los dominicos. Estos últimos con su fama a cuestas desde la Inquisición.


Con solo cinco rondas de votación, la elección de Bergoglio mostró que el apoyo obtenido en 2005 cuando iba en posibilidades tras Joseph Ratzinger, se ha mantenido intacto en estos ocho años. Sin embargo, en los días previos al cónclave no partía como favorito.

En su primera alocución como papa, Francisco puso énfasis en su papel de "obispo de Roma", más que en el de líder de la Iglesia católica con mil 200 millones de creyentes, de estos más de la mitad residentes en América Latina. Una manera de ver el cargo que más parece un guiño a los lobbies vaticanos favorables a una descentralización del poder omnímodo del pontífice.


Nunca un cónclave ha tenido tanta cobertura mediática. Cinco mil periodistas contribuyeron con sus informaciones a lo que no resulta una labor menor cada vez que tiene lugar.


Había en esta ocasión una diversidad sin precedentes de candidatos, todos fuertes. Se abría la posibilidad, por primera vez en la historia del papado, de elegir entre purpurados de varios continentes para dar al traste - como así fue-, con los mil años de primacía europea.


En prevención de que algún cardenal deseara twitear o temiendo acciones como las de Paoletto, el mayordomo de Benedicto XVI, que entregó documentos confidenciales y personales de su jefe a la prensa en el conocido affaire de los vaticanleaks, la seguridad interna se curó en salud instalando equipos de inhibición de frecuencia para conservar el secreto de la elección hasta la fumata bianca.


Los primitivos cristianos elegían a sus obispos en asambleas públicas, antes de que el movimiento deviniera en religión del imperio romano mediante el edicto del emperador Teodosio en el 380. Todo se complicó después por la ambición de las familias romanas, deseosas de desvincular el procedimiento de cualquier decisión popular.


Se impuso la figura del cardenal para ayudar a gobernar al papa y Gregorio VII reforzó la exclusión popular de elegir a la autoridad pontificia, sistema que, tras algunos tejes y manejes que harían largo este trabajo, quedó blindado en 1179 por el concilio de Letrán III con la exigencia de los dos tercios de votos.



Benedicto XVI en Cuba
 
Los diarios argentinos han recibido la noticia como si la selección nacional hubiera ganado el Mundial de Fútbol. Han ensalzado hasta lo posible la figura del elegido por lo que uno no puede más que pensar que nada mejor que convertirte en famoso para que seas un héroe, sin matices.


Bergoglio fue el prelado que durante el Te Deum del 25 de mayo del 2010 le recordó a la presidenta argentina Christina Kirschner que "la patria es un don, la nación una tarea que merece un clima social y espiritual distinto al que estamos viviendo y nos permita superar el estado de permanente confrontación". La aludida, al modo de venganza adolescente, demoró en exceso su felicitación al nuevo papa y lo hizo además en el lenguaje más protocolario posible.


Los desencuentros son ya leyenda. Cuando la presidenta luchó vehementemente por legalizar el matrimonio gay en Argentina, el arzobispo Bergoglio se opuso con el mismo énfasis, considerando el decreto una forma satánica de confusión y una burla hacia los hijos de Dios.


El diario Página 12, de Buenos Aires, acusó al entonces arzobispo de connivencia con la Junta Militar (1976-1983) y publicó varias investigaciones que al parecer le vinculaban con el secuestro a principios de ese régimen de dos curas jesuitas: Orlando Yono y Francisco Jalics, quienes fueron sometidos a tortura antes de ser liberados cinco meses después.


Esta fue una guerra sucia, ignominiosa, librada por regímenes militares del cono sur americano contra grupos de izquierda, sindicalistas y defensores de los derechos humanos. Argentina fue, con diferencia, de las Juntas Militares más inhumanas. En esa nación pudieron morir hasta 30 mil personas por lo que la pregunta es ¿qué hizo Bergoglio para ayudar a sus hermanos en esta etapa? Y no tiene una respuesta directa ni fácil.


Las fuentes difieren en cuanto al número de víctimas argentinas, sacadas de sus hogares o centros de trabajo, interrogadas bajo tortura durante semanas y asesinadas después. Sus cuerpos se dejaban caer a lo largo del Rio de la Plata o el Océano Atlántico y nunca más se volvía a saber de esas personas.


La mayoría de las Iglesias de América Latina enfrentaron a esos regímenes como pudieron, algunos incluso dando santuario a los perseguidos. Chile y Brasil serían dos ejemplos, en cambio, a Argentina se la ha visto siempre como muy permisiva con la barbarie de  los militares.


Visita al asentamiento de Barracas en 2007

 
Yono y Jalics eran seguidores del movimiento de la "teología de la liberación", de marcado énfasis en la lucha de clases. Ambos realizaban su labor pastoral en las villas, semejantes a las fabelas brasileñas, contraviniendo órdenes de Bergoglio, quien, como respuesta al desafío, les habría retirado su apoyo cuando los militares les estaban rastreando todavía. El arzobispo se oponía frontalmente a esta suerte de rama social del catolicismo, que enfatizaba la importancia de reformar las estructuras capitalistas en favor de los pobres, y la consideraba un expresión del marxismo.


Los jesuitas apoyaban en su mayoría el movimiento teológico por su defensa de los derechos humanos y hubo mártires curas en Honduras y el Salvador en esa etapa. Esto supuso la ruptura del Vaticano con la Orden y la llamada de atención al Superior General, Pedro Arrupe, por parte del mismísimo Juan Pablo II. "Habéis sido motivo de preocupación para mis predecesores y lo seguís siendo para el papa que os habla", sentenció cuando le recibió en la Santa Sede.


Bergoglio ha negado siempre estas alegaciones, aparecidas en Página 12 y en un par de libros sobre la actitud de la Iglesia católica ante los asesinatos de la dictadura escritos por Emilio Mignone y Horacio Verbitsky.


Ante el tribunal que juzga a los militares implicados, el ahora papa pretendió en 2010 zafarse de cualquier denuncia sobre la suerte de los dos jesuitas o de la propia inacción eclesiástica al alegar desconocimiento de hechos que trascendían las fronteras de la nación, especialmente, dijo no saber nada de la entrega en adopción a "familias aceptables" de los hijos nacidos en prisión de los activistas muertos, aunque estos tuvieran a familiares para hacerse cargo de los pequeños.


Los obispos argentinos aceptaron su responsabilidad en 2011 por su nula combatividad y apoyo a las víctimas, así que ya no se trata de probar la inacción eclesiástica, sino saber que el nuevo papa se mantuvo neutral en la hora más negra de los argentinos.


En tanto la prensa argentina, aprovechando el tirón de la elección de Bergoglio, ha reavivado la polémica sobre la supuesta desprotección a la que sometió el arzobispo de Buenos Aires, en 1976, a los dos curas jesuitas. Página 12 ha publicado declaraciones de las hermanas de Yono, una de las cuales recordaba a "Orlando en el comedor de casa, ya hace años, diciendo "él quiere ser papa". El premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, ha roto una lanza a favor de Francisco. "Hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio, no", ha afirmado.

Los obispos argentinos, incluido Bergoglio, han sido muy críticos con el modelo económico actual como generador de pobreza y desempleo y cuando la deuda nacional golpeó con fuerza en 2002, la Iglesia Católica llamó a una reestructuración de ésta sin que se tocaran los programas sociales.


Un documento oficial reafirma el punto de vista de la Iglesia argentina y del propio Bergoglio, que se ha pronunciado en varias ocasiones sobre el tema. "Los verdaderos problemas de la economía argentina son la exclusión social, la brecha entre ricos y pobres, la corrupción, la inseguridad, la violencia familiar y social y las graves deficiencias en los sistemas de educación y salud, así como las consecuencias negativas de la globalización y la tiranía de los mercados", apunta el escrito.


Si uno lee los comentarios sobre la elección del papa Francisco vemos que hay grandes esperanzas en que haga marchar a la Iglesia acorde con los tiempos. Se resalta su condición de hombre de fe, accesible y modesto, como una reafirmación de la leyenda que le acompaña en la que se habla de sus viajes en autobús por todo Buenos Aires, de que se abstenía de gastos superfluos, incluso, alguien ha dicho que se cocinaba él mismo, así como que recibía a todas las fuerzas vivas de la nación en su despacho.


Tras ponerse la vestimenta blanca, el nuevo pontífice vio que le habían traído una alba silla, colocada sobre una plataforma. Al percatarse de la intención y simbolismo de esta posición, exclamó: "¡Oh, no. Me quedaré aquí abajo¡", según palabras del cardenal Timothy Dolan, de Nueva York, uno de los papables, por cierto, y que sí partía como favorito antes del cónclave. Francisco rechazó también un coche lujoso y prefirió irse en el autobús al hotel con los cardenales para comer con ellos.

Enlazar con:  http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2013/02/vaticano.html
http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2011/09/vaticano-pecados-y-secretos.html

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