Datos personales

miércoles, 27 de marzo de 2013

Chipre: los restos del paraíso





Por Mirta Balea


Nadie es una isla completa en sí mismo; todos formamos parte del continente, de la tierra; cuando el mar arranca un terrón, Europa disminuye igual que si hubiese sido un promontorio, la casa de un amigo o la tuya propia; la muerte de cualquiera me empequeñece porque estoy ligado a la humanidad. Por eso no preguntes nunca por quién doblan las campanas. Doblan por tí.


Esta es la célebre frase del poeta metafísico inglés John Donne, usada por el escritor y periodista norteamericano Ernest Hemingway para dar título a su famosa novela Por quien doblan las campanas, sobre sus experiencias en la Guerra Civil Española y que a punto estuvo de valerle un Pulitzer en 1940. Ese no era su año. Lo fue 1953, cuando le otorgaron el premio por El viejo y el mar.


La imagen de Donne convertida en metáfora al conjugarla con su sentido mismo, parece, desde  la distancia  que nos separa de ésta (murió en 1631), una manera adecuada de recordar que en este siglo XXI, quienes mandan en Europa, siguen aplicando una violencia insensata sin cadáveres para complacer a los países más poderosos en detrimento del resto.


Hace apenas seis años, los ministros de Economía y de Finanzas de la Unión Europea consideraban a Chipre un modelo a seguir en cuanto a su sistema financiero. Esta semana, todo el espejismo ha caído por su propio peso cuando la Comisión Europea (CE) ha considerado la suspensión de capital como estabilidad financiera.


La CE se ha escudado tras una frase que suena hasta progresista: los contribuyentes deben dejar de pagar por los errores de los bancos. Uno, ante esta expresión, que con seguridad llega al corazón del ciudadano como una preocupación legítima de sus dirigentes, no puede dejar de preguntarse ¿quien pagará las quitas impuestas a la pequeña isla, que ni siquiera es un país completo, sino las dos terceras partes partes de un territorio? Por que los rescate habidos hasta ahora los han pagado los mismos que lo harán en Chipre.


Cuando en 2004 -por presiones de Grecia-, la UE aceptó la entrada de Chipre en sus filas, la tercera parte en el norte, ocupada por Turquía en 1974 y cuya República nadie reconoce, quedó fuera del acuerdo hasta que tenga lugar "la reunificación nacional". El resto del territorio, de origen griego, comparte con la nación helena el himno y el idioma y ya entonces apoyaba su economía en el turismo y el transporte marítimo, teniendo como motor del crecimiento a los bancos y a un sistema fiscal permisivo, que favorecía las rentas de capital y los grandes patrimonios extranjeros.



Datos aportados por el periódico español El Economista, registra 68 mil millones de euros como total de los depósitos bancarios chipriotas. Respecto al Producto Interno Bruto (PIB) resulta excesivo porque éste no sobrepasa los 16 mil millones de euros. Un caso parecido al de Luxemburgo. Nicosia ha invertido también 5 mil millones de euros en deuda pública griega, según la misma fuente.


El marco legal en que estas operaciones tenían lugar no pedía demasiados detalles ni explicaciones sobre el origen de los fondos depositados en los bancos, lo que convirtió a la isla en un paraíso fiscal. Así era entonces, como ahora; digo entonces, cuando la UE dejó entrar a Chipre porque Grecia la chantajeaba con frenar la entrada de países de Europa del Este.


El Eurogrupo aprobó el pasado fin de semana un plan por el que los depósitos, incluidos los de menos de 100 mil euros, debían pagar una quita para que fueran los bancos los pagadores de sus propias veleidades o así, al menos, era el propósito declarado de la disposición. Dos días después, dieron marcha atrás y sacaron del saco a los ahorros menores de 100 mil euros.


Los "cerebrines" apostaban con la rectificación por evitar un malestar social porque la plaza delante del parlamento en Nicosia se había convertido en centro de operaciones de las inquietudes ciudadanas, en una acción conscientemente programada contra la última "inspiración" de los economistas europeos.



Los europeos no necesitan ya que un informe como el de la Fundación Alternativa, obras de varios economistas respetables, les diga que la política de austeridad es un fracaso, lo saben por sí mismos. Ni que tal documento les hable de la incapacidad de las instituciones comunitarias para tomar decisiones acertadas y gobernar la nave.


Bruselas tiene por costumbre  cuando siente una leve relajación del sedal, tirar del pez hasta que el cordel esté a punto de romperse y entonces afloja, porque piensa que esta táctica le facilitará abarloar a la gente de forma pacífica alrededor de su nave repleta de recetas. El mazazo a los inversores, a las pequeñas y medianas empresas (con depósitos superiores a 100 mil euros) y a los ahorradores (que se sienten ahora indefensos porque se puede cambiar de idea y meter mano a su dinero) resulta irreversible.



Presidente Nicos Anastasiades

El parlamento chipriota se negó a respaldar las tésis del Eurogrupo, pero el gobierno del presidente Nicos Anastasiades no le ha quedado otra que aceptar las condiciones impuestas para un rescate bajo amenaza del Banco Central Europeo (BCE), que llegó a darle un ultimatum para que aceptar la nueva regulación en la que queda descartada la recapitalización directa de la banca y que convierte en residual el Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEE).


El BCE había informado que el sistema de liquidez de emergencia por el que los bancos chipriotas recibían el dinero podría quedar suspendido el pasado día 25 si el gobierno no aceptaba las condiciones comunitarias. Un quiebra hubiera traído consecuencias dolorosas al país, no solo para los depositantes, sino para los empleos, el sistema bancario y la economía nacional y una salida del euro resultaría impensable porque la isla tendría que imprimir su propia moneda y enfrentar una deavaluación de un 40 al 50%, con el consiguiente rebote a Grecia y un mal presagio para los países de la zona siempre en riesgo de contagio.


Alemania y Holanda, entre las economías fuertes del continente, se felicitan por las disposición y que se amplie a otros casos en el futuro a fin de tener que aportar menos dinero al MEE para ayudar a las economías más vulnerables. Lo ocurrido en Chipre, sin embargo, sitúa sobre el tablero la necesidad de una mayor integración europea, porque ahora se pretende ignorar que el banco estatal holandés ING recibió 25 mil millones de euros, como otras entidades financieras británicas, alemanas y francesas obtuvieron también ayudas de la UE al inicio de la crisis.


La idea estaba recogida en la directiva sobre resolución de quiebras bancarias  presentada por la Comisión Europea en 2012, en las que señala que las autoridades (europeas, por supuesto) deben tener el poder de forzar un rescate interno. Esto supone que los bancos nacionales asuman sus propias pérdidas , sobre todo la deuda de mayor calidad.


Muchas instituciones con participación en mercados europeos se replantean hoy si la eurozona continúa siendo fiable y están pensando si llevarse su dinero a otro sitio. La confianza de los inversores se basaba en que la deuda senior -que es la verdadera garantía frente a los impagos- no estaría sujeta a quitas ni se pondrían en riesgo los depósitos de las entidades reestructuradas.


La norma no ha sido aprobada aún por el Consejo de Ministros de la UE, pero el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi,  había manejado a mediados del pasado año, cuando aún se discutía la recapitalización de la banca española, cuyas condiciones nada tienen que ver con las de Chipre, que se podría poner en práctica los recogido en el informe de la CE.


Bruselas ha confirmado que la confiscación de depósitos será a partir de ahora la regla de oro para solucionar las crisis financieras y gestiones ruinosas de los estados miembros.  Francia y España, entre otros países, consideran que lo de Chipre debe ser una disposición única y excepcional para avanzar en la unión bancaria y se han desmarcado de esta línea.


La unión monetaria, es decir, el euro, ha supuesto compartir divisa y banco central y el compromiso de la libre circulación de capitales. La peor medida que podía haberse tomado es confiscar los depósitos, hay pocos antecedentes en el mundo de una medida semejante, según informó El Economista, salvo en el caso de las dos guerras mundiales del pasado siglo, y nunca se tuvo en mente aplicarla al rescate de un banco quebrado.


El sistema español no corre riesgo alguno de contagio porque la reestructuración ha avanzado mucho, se cumplen las condiciones y aún quedan sin utilizar unos 60 mil millones de euros de la ayuda aprobada, que tampoco ha sido excesiva. La desconfianza de los mercados, sin embargo, resulta una interrogante hasta para el más avezado economista y Chipre podría verse como Islandia.


Anastasiades ha informado que el Banco Central de Chipre establecerá de forma temporal restricciones a las transacciones financieras en el país, y ha anunciado la puesta en marcha de una investigación para encontrar a los responsables de la situación que atraviesa la isla. Islandia, tras imponer controles similares en 2008 por el colapso de sus tres principales bancos, quiso retirarlos y tuvo que alargar unos años más el plazo porque suspenderlo resultaba una tarea muy complicada ante la previsible fuga de capitales.


Ahora que el Canal de Historia nos machaca con la repetición, una y otra vez, de cuatro gloriosos capítulos sobre las tésis de que los alienígenas poblaron la tierra y dieron paso a la humanidad, podrían concebir un trabajo similar para dar a conocer y reflexionar sobre las idas y venidas de la UE, dando recetas, que luego resultan fallidas, o metiendo la pata cada dos por tres y empeñándose en tésis que se han probado inoperantes. ¿Qué han hecho los ciudadanos europeos para que Bruselas les sitúe en ese punto de reto que no les queda otra que lanzarse desde un balcón a la calle?

No hay comentarios:

Publicar un comentario