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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Siria: España aportara ayuda a los refugiados

Abdulbaset Seida



Por Mirta Balea



El presidente del Consejo Nacional Sirio (CNS), Abdulbaset Seida, decidió visitar Madrid en busca de apoyo para las víctimas civiles de esa tormeta perfecta, que ha resultado ser el conflicto sirio, y asimismo para su cruzada por una intervención militar occidental. Parece como si la cuerda se hubiese roto por debajo de él en una pared rocosa y hubiera tenido que decirse a sí mismo: mantente firme, evalúa el riesgo, busca un camino.




El CNS, que trabaja fuera de Siria, aparece como el órgano más representativo del diverso entramado opositor al régimen de Bashir el-Asad. Pese a las buenas relaciones de España con esa plataforma opositora, no la reconoce como representante del pueblo sirio. El gobierno de Mariano Rajoy aboga por la constitución de un Gobierno provisional alternativo al actual sistema de poder que sea "inclusivo, representativo y respetuoso" de los derechos básicos de las minorías religiosas y étnicas y de las mujeres.




Esta es una posición que comparte con otros gobiernos europeos, como el francés, en la búsqueda de reeditar lo que las potencias occidentales lograron en Libia. El caso de Siria es diferente porque la inclinación del conflicto del lado rebelde no parece tan clara, ni la oposición es tan homogénea como desearía el CNS. La ayuda occidental no llegará en la forma en que Seida ha deslizado en Madrid su cruzada.





España se ha comprometido a donar casi un millón y medio de euros en ayuda humaniaria, según anunció este lunes el Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, en ocasión de la visita de Seida. El Gobierno español habría retirado toda ayuda a Damasco y su representación diplomática, al igual que otros países, cuando el-Asad desató la represión contra la población civil, pero habría otorgado en marzo pasado 400.000 euros a las agencias de ayuda humanitaria en el interior de Siria y ahora ha decidido aumentar la cantidad.





El dinero se canalizará a las Naciones Unidas a través del Fondo de Emergencia de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo.





El nuevo representante de la comunidad internacional para negociar una paz en Siria, Lakdar Brahimi, por muchas vueltas que le da al asunto no ve la manera de lograr su propósito, como ha confesado a la cadena británica BBC, en una entrevista realizada en Nueva York. "Misión casi imposible", ha sentenciado.





Brahimi aceptó el encargo después de la retirada de Kofi Anan. Como éste, ha señalado que mediar entre el gobierno sirio y los grupos rebeldes en armas desde hace más de año y medio, es "como darse de cabeza contra un muro". Aun así, piensa reunirse el sábado en Damasco con el presidente sirio, a pesar de los antecedentes de su antecesor, que recibió muchas promesas, entre ellas un alto al fuego, y nunca fueron cumplidas.




Los salafistas, una rama radical del islam con muchos integrantes de Al Qaeda, se inserta cada vez con mayor profundidad en la oposición, en especial, tiene una marcada influencia en el Ejército Sirio de Liberación (ELS), que tiene a su cargo la lucha armada, y que en las zonas que controla, muy escasas por el momento, comienza a aplicar la sharia y a desplazar a las minorías de cristianos, drusos, ismaelíes, entre otras. De manera que la ecuación se presenta así: cuanto antes sea derrocado el-Assad más oportunidades tendrán los sectores demócratas para salir vencedores.




Como la pescadilla que se muerde la cola, esos sectores no podrán impulsar un proceso democrático ni poner fin al régimen si antes no consiguen unir a la oposición en un solo proyecto y liderazgo, que otorgue cierta confianza a Occidente para una intervención, que ahora se vislumbra como un paso muy delicado por el apoyo político y militar de Rusia a el-Assad. En el terreno, aunque no se hable mucho de ello, hay asesores militares británicos y franceses, que entrenan al ELS, e infiltrados de la CIA, en un número, tal vez similar, al de asesores rusos en el ejército regular sirio en apoyo al presidente.




Nadie aplaude o vitorea al  nuevo cónsul de la ONU: todos se ocultan en sus casas, a la sombra, tras las ventanas, porque Siria, como demostró una  reunión ministerial del Consejo de Seguridad la pasada semana, ha dejado de ser un tema prioritario para muchos. El encuentro tenía como tema la ayuda a los refugiados en países fronterizos y a los desplazados dentro del propio territorio, pero los representantes de Estados Unidos, Rusia y China, tres de los miembros permanentes, se abstuvieron de asistir. En cambio sí acudieron los de Francia y Reino Unido, que completan el quinteto de las potencias con capacidad de veto.





Ahmet Duvutoglu,  Ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, uno de los países más afectados por la huida de sirios hacia su territorio, fue quien lanzó los epítetos más fuertes contra las grandes potencias por la ausencia de acciones y determinación para poner fin a la brutalidad y al baño de sangre en Siria. La reunión, presidida por Francia, resultó un fracaso.




Brahimi con el secretario general de la ONU.





"Me animó que la dimensión humanitaria del conflicto llegara a la agenda del Consejo y esperaba que actuaría finalmente con una única voz, dando pasos necesarios [...] Aparentemente estaba equivocado", expresó consternado ante las  clamorosas ausencias.





Al igual que España, Francia ha anunciado que aportará 5 millones de euros más, que se suman a 15 millones entregados previamente, y Reino Unido ha añadido 4 millones de euros a otros 38 desbloqueados para Siria. Turquía alberga a 80.000 refugiados, Jordania a 46.000, Líbano, 42.000, e Irak, 16.000, según los cómputos del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Dentro del país, los desplazados pueden alcanzar el millón, según organizaciones de derechos humanos.







La portavoz de ACNUR, Melissa Fleming, alertó que hay informes indicativos de lanzamiento de morteros y disparos en las zonas de concentración de refugiados. Sobre el tapete del Consejo de Seguridad de la ONU habría una propuesta turca de crear "zonas protegidas" en el interior de Siria para que quienes huyen no sean objetivo del ejército regular, rechazada por miedo a que se tomara como una iniciativa de intervención indirecta.





Si desde hace meses, la caída de el-Assad ha pasado por inevitable, la realidad nos conduce, de momento por otros derroteros. Las Fuerzas Armadas del régimen siguen teniendo su estructura intacta a pesar de las deserciones de militares, la mayoría de los cuales han ido a engrosar las filas el ELS.




Egipto viene trabajando en la creación de un grupo para buscar una salida a la crisis, en el que, además de estar representados el propio gobierno de El Cairo, Arabia Saudita y Turquía, se de participación a Irán, principal aliado en Oriente Próximo de el-Assad. La hostilidad hacia el gobierno de Damasco es abierta en la Liga Arabe, que, aún así, desea una diplomacia activa antes de dar el paso a una intervención militar foránea.




El presidente egipcio, Mohamed Mosri, lanzó su iniciativa hace dos semanas en la cumbre de la Organización de Estado Islámicos, realizada en La Meca, para contraponerla al fallido Grupo de Amigos de Siria, patrocinado por Estados Unidos, que excluía al régimen de Teherán. Los iraníes habían intentado poco antes realizar una conferencia en su casa, con igual fin, a la que la mayoría de los estados regionales no acudió.




La guerra de Siria, a estas alturas de la crisis, no es solo un conflicto de un país, sino que afecta y mucho al Líbano. La ONU ha expresado su preocupación por los intentos de implicar al país de los cedros en los acontecimientos de la región, lo que ha llevado a un estado de precariedad el apoyo internacional al gobierno de Beirut y a sus fuerzas armadas.




Algunas voces en Oriente Próximo alertan sobre la posibilidad de que estalle otra guerra civil como la que arrasó Líbano en 1975. El primer ministro libanés, Najib Mikati, como el ejército nacional, ha dado prioridad a evitar las luchas fratricidas, galvanizadas por el conflicto de Siria, de la que ese territorio es un desgaje por voluntad de la potencia colonizadora francesa. Hace apenas siete años,  habían sido desplegados en ese país unos 15.000 soldados sirios.



Muchas familias tienen descendencia a ambos lados de la frontera, los intereses económicos sirios en Beirut son importantes y muchos empresarios e industriales se consideran parte de Siria, las luchas sectarias resultan legendarias, y con motivo de la guerra en el vecino país, suníes, chiiés, drusos y cristianos han aumentado su arsenal, según las crónicas que llegan desde Líbano.




A Seida se le pasó informar a su paso por Madrid, que la oposición política, representada por el CNS se halla ausente de los territorios controlados por los rebeldes y esta desconexión es lo que impide avanzar en la agenda internacional sobre el futuro de Siria sin el clan Assad.




El apoyo social, de existir, parece decantarse por el ELS, que enfrenta, junto a los civiles, los diarios bombardeos de la aviación del régimen, mientras los países desbordados por el flujo de refugiados, como es el caso de Turquía, aspiran a que el Consejo de Seguridad actúe para poner fin a la guerra y detener la crisis humanitaria, cuya profundización está más que cantada con una dimensión, que, según la ACNUR, resulta ya inmanejable.


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