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martes, 13 de enero de 2015

Las diferencias entre seguridad y libertad

Primeras imágenes de Mahoma tras los atentados de Paris. Desde Australia


Por Mirta Balea

La Europa pos atentados yihadistas en Paris se mueve ahora en la resaca dejada por hechos tan luctuosos que han puesto una vez más en solfa las libertades garantizadas por el Estado derecho y la necesidad de proteger a los ciudadanos del terrorismo global. 

La mayor manifestación que ha conocido Francia en los últimos años -al menos para los que vemos el decursar de la historia desde una edad en que la juventud ha pasado a formar parte de un pasado lejano-, quedó blindada el mismo domingo de su realización con casi cuatro mil efectivos entre policías y ejército. Aun hoy, este despliegue continúa y se planea prolongarlo sin fecha límite.

La oportunidad disfrutada por la sociedad francesa y sus invitados de marchar contra el terror y por la libertad parecía reafirmar la unidad nacional contra el abatimiento y la indolencia. Esta es sin dudas una consecuencia positiva de los atentados contra el semanario satírico Charlie y una tienda de comida judía con resultado de 17 muertos.

Ahora toca la reflexión sobre lo ocurrido. El terrorismo tiene eso, mueve a la gente a hacerse preguntas sobre cómo el Estado de derecho podrá encajar su enfrentamiento a delitos cuya prevención y enjuiciamiento no están previstos y quitar de la mente de la gente que la República tiene flancos débiles.

El camino es pernicioso. La sociedad pasa a preguntarse como compatibilizar la vivencia de la fe religiosa y los valores democráticos, sin que esto suponga dejar de ser un país plural y pluralista. Esos llamados por algunos sectores de la derecha ultranacionalista europea para marchar contra los musulmanes en los próximos días resultan tan descabellados como la acción de los radicales. Son dos garbanzos de la misma simiente.

Estuve muy de acuerdo con que el presidente francés Francois Hollande desistiera de invitar a la manifestación a Marie Le Penn, jefa del Frente Nacional, islamófobo, antisemita, porque sus valores nada tienen que ver con la manifestación del domingo pasado.

Los ministros del Interior de una docena de países aprovecharon las primeras horas antes de la manifestación para tener un primer contacto y averiguar cómo pueden aumentarse los niveles de seguridad. Porque los mortíferos atentados de Paris, resultan un indicativo de que todo puede ir a peor.

Ahora, los países se enfrentan a dos líneas de actuación. La que tiene que ver con la persecusión tradicional del crimen o incluso la novedad de hace unos años de controlar los movimientos y la financiación de los yihadistas y la parte que vela por la actuación preventiva. En esta última, habrá que tener en cuenta a Internet.

La red es un espacio abierto y debe seguir siéndolo, pero ninguna organización política, religiosa o de cualquier tipo tiene derecho a utilizarla para difundir el odio o incitar a la violencia, como si la virtualidad vacunara contra las leyes por las que serían en tal caso enjuiciados y sentenciados en el territorio nacional. 


Hay que distinguir, ahora que todos se llaman Charlie, lo que significa la libertad de expresión y el respeto a las personas y a sus ideas. Los periodistas, más que nadie, deben distinguir entre crítica e insulto. Una sátira inteligente siempre es bienvenida frente al chiste de mal gusto.

Si analizo algunas viñetas de Charlie, tengo que reconocer que no está entre mis lecturas favoritas, pero esto no justifica la muerte de 12 personas de su plantel porque la libertad de expresión es uno de los valores que debemos defender con uñas y dientes.

Tengo por norma al leer una publicación, saber qué aporta, qué valores defiende o, aun cuando no esté de acuerdo con algunas de sus ideas, respeto el contenido. El atentado no hará que me interese más por los contenidos de Charlie, pero sí, que defienda su derecho a expresarlos.

Cómo se canalizará el mensaje lanzado por la sociedad civil el domingo último es algo que veremos en los próximos meses. Francia, de momento, sigue en su enorme despliegue de seguridad.

Espero que el miedo en el que pesca Le Penn y otros, no se apodere del ambiente de convivencia, un crisol distintivo de la sociedad francesa.

El Papa católico Francisco denunció con claridad a "los esclavos" de "formas desviadas" de religión que usan a Dios como pretexto de ideologías.

No hay que olvidar que resulta dificil manejar tiempos y reacciones de una sociedad temerosa de la inseguridad, entre otras cuestiones, derivada de la globalización, de la falta de confianza hacia sus líderes por la gran crisis económica, y de una tecnología que va más rápida que nuestro propio conocimiento, o simplemente del desconocido que se muda a nuestro vecindario y al que apenas comprendemos.

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