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domingo, 11 de enero de 2015

JE SUIS CHARLIE!





Por Mirta Balea

Cerca de un millón de personas lanzaron hoy en Paris un grito contra la barbarie y el oscurantismo, durante el homenaje a 17 personas asesinadas por tres terroristas en el nombre de Alá que fueron poco después ajusticiados por las fuerzas de seguridad francesas.

Si lo que pretendieron con estos asesinatos era callar a la gente, que los periodistas y caricaturistas dejaran de realizar su labor, que la población les pidiera mesura en sus críticas para evitar el enfado de los radicales, el plan cayó en saco roto.

No había miedo hoy en Paris, había decisión de no dejar que unos pocos fanáticos conculquen las libertades que tanta lucha y sangre han costado a lo largo de la humanidad.

A los franceses se unieron, en un gesto tan espontáneo como de alto contenido político, medio centenar de líderes europeos, que repudiaron estos hechos marchando junto a los parisinos. Algo similar a lo que ocurrió en Estados Unidos en ocasión del 11-S.

El legado de sangre de los terroristas comenzó el jueves con un ataque por dos de ellos al semanario satírico Charlie, donde asesinaron a 12 miembros de su personal; durante su huida, toparon con un policía al que hirieron primero y luego mataron a sangre fría cuando yacía en la acera ; otro radical, que dijo después en un video haber concertado una acción aparte, se atrincheró en una tienda judía en la que mató a cuatro personas. Todos fueron ajusticiados por las fuerzas de seguridad francesas tras los hechos.

Entre los cientos de pancartas y bolígrafos en ristre, destacaban una gran cantidad con el lema Je suis Charlie¡ con el que Francia respondió el mismo jueves como una sola voz a los atentados y aquellas con los nombres de las víctimas en cartulina negra con la letras en blanco.

Los terroristas que mantuvieron durante 72 horas en un pánico a los parisinos y dejaron a su paso 17 muertos y otro número similar o mayor de heridos lo hicieron, según han trasmitidos las webs yihadistas (que suelen llamar a la guerra santa), porque el semanario satírico Charlie se burlaba de Mahoma y había que poner fin a esa ofensa.

Puede que muchas personas, dentro y fuera de Francia no estuvieran de acuerdo con el lenguaje utilizado por el semanario en sus caricaturas, no solo de Mahoma sino de otros líderes religiosos y políticos en el mundo, pero de lo que trataba la manifestación de hoy era dejar claro que en una sociedad civilizada no se puede matar a alguien porque no piense igual que nosotros. Una sociedad civilizada defiende el derecho a expresar nuestro desacuerdo sin que suponga hacerlo como en una guerra exponiéndose a morir con de un tiro en la frente.

A estos terroristas, como a otros, se les ha servido la justificación de matar en bandeja, al considerar un crimen contra el Islam la blasfemia. Por ella se han puesto bombas en algunos periódicos, se masacró a un cineasta y se han asesinado a escritores y traductores.

Si un libro sagrado habla de Blasfemia, es el Viejo Testamento de la Biblia, pero no el Corán. Este es un concepto acuñado por los líderes religioso-políticos del Islam, interesados en eliminar toda disidencia.

Citaré un ejemplo harto conocido de los países que practican la sharia o ley islámica. El presidente Mohamed Zah ul-Haq (entre 1970-80) necesitó acabar con la oposición democrática y liberal de Paquistán y aprobó leyes de islamización por las que podía condenarse a muerte o a cadena perpetua a quien "insultara" a Mahoma de alguna manera.

Una de las pancartas que podía verse hoy en la plaza de la República rezaba que "el islam es paz, no barbarie" porque las asociaciones de musulmanes se han visto en estos días impulsadas a salir al paso al hecho de que se confunda su fe con las acciones de los radicales.

Algunos musulmanes, en conversación con los periodistas presentes en la manifestación, dejaron constancia de que son franceses y musulmanes y que desde luego la religión que profesan no llama a matar a quienes piensen diferente.

La concentración de este día en Paris salió al mediodía de la Plaza de la República, a través del Boulevard Voltaire, como un río imposible de detener, hasta alcanzar la Plaza de la Nación. Tanto el punto de salida como la meta, son zonas emblemáticas utilizadas por los parisinos en sus manifestaciones de afirmación nacional.

La estatua de la República en la plaza homónima se halla vestida con una toga. En su mano derecha, porta una rama de olivo y en la otra, el escrito sobre los derechos humanos, entre los que figura la libertad de expresión. Los bajo relieves en su base son esculturas que simbolizan la igualdad, la libertad y la fraternidad.

La manifestación fue concebida en un principio como un acto de la sociedad civil y política francesa, una gran expresión de unidad nacional, pero pronto se transformó en un grito mundial contra la barbarie.

En Paris se dieron cita figuras disímiles, líderes con diversos puntos de vista, como el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, convencidos de que es la hora de dejar a un lado las diferencias y aunar esfuerzos para eliminar la plaga mortal del terrorismo.

El encuentro sirvió también a los ministros de Seguridad e Interior de la Unión Europea y el Fiscal General de Estados Unidos para realizar una primera toma de contacto sobre las medidas que deberán abordar los países en el futuro para cerrar mejor el camino al yihadismo.

Los norteamericanos han decidido realizar una Consulta General con todos los gobiernos para febrero de este año a fin de alcanzar medidas concretas, que aporten mayor eficiencia a la seguridad y cierren fronteras a los terroristas.

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