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viernes, 21 de junio de 2013

Afganistan: la hora de los talibanes

El presidente Hamid Karzai




Por Mirta Balea


Estados Unidos ha tenido un resbalón político con Afganistán. Debió abstenerse de caer en la trampa de abrir nuevamente conversaciones bilaterales con los talibanes en la misma semana en que debía concluir una negociación de seguridad con Kabul en Doha, Qatar, para la estancia de tropas norteamericanas en ese territorio tras la marcha de la OTAN a fines del 2014.


Fuentes de la embajada norteamericana en Madrid señalan que el gesto "amistoso y de conciliación" de la Administración del presidente Barack Obama ha tomado un curso inesperado y que para llevarlo a cabo se había tenido en cuenta la "excesiva premura" con la que será retirado el poderoso contingente internacional de 3,600 hombres en un área donde ha repuntado la violencia, sobre todo cuando solo quedan ingleses y norteamericanos, por la retirada de los franceses antes de lo previsto.


La iniciativa frustrada ha tenido como consecuencia inmediata, tras el enfado del gobierno afgano por la pompa con la que los talibanes han abierto una oficina en Doha, el enfriamiento de las negociaciones para el acuerdo Washington-Kabul el pasado jueves y que han sido suspendidas indefinidamente.


No era para menos. Puedo imaginar la bilis subiendo por la garganta del presidente Hamid Karzai cuando vio como sus enemigos cortaban una cinta inaugurando un local en Doha, más parecido a una sede diplomática que a una habitación para reunirse y conformar la paz, y colocaban a la entrada la bandera de la República Islámica de Afganistán, como se llamaba el país durante la etapa en que gobernaron los talibanes hasta la entrada en 2001 de las tropas norteamericanas.


Los talibanes, siempre ansiosos por volver al poder, mantienen algo semejante a un estado soberano en las provincias afganas bajo su control. En su web, han colgado referencias a sus diálogos en Doha, donde viven a cuerpo de rey en hoteles de lujo, con diplomáticos de Alemania, Noruega y Japón, entre otros estados, y han informado de la invitación que le cursara el gobierno de Teheran para una visita oficial, que se realizó a principios de mes. Y todas estas acciones conocidas por la Casa Blanca.


En 2011, una misión de los talibanes había visitado por primera vez Teheran, lo que resultó entonces como mínimo un hecho curioso si tenemos en cuenta que cuando éstos últimos gobernaban Afganistán al estilo sunita casi fueron a la guerra con el Irán shiíta en 1990.


La visita de ahora es algo más que un hecho curioso, es una soga alrededor del cuello de la Administración Obama. Supone desde un punto de vista político un posicionamiento de los talibanes como parte importante e incluso decisiva en el cese de hostilidades, tan deseado por Karzai y por la Casa Blanca. Supone una desestimación de cualquier papel posterior de los norteamericanos en Afanistán  y un reemplazo de éstos por Irán. Supone dejar a un lado diferencias religiosas importantes en el mundo islámico por metas más ambiciosas y "compartidas". No se puede olvidar que para ambas partes Estados Unidos es "el lobo del cuento".


Los norteamericanos pretendían que los talibanes renunciaran públicamente a sus lazos con Al-Qaeda y reconocieran la actual constitución afgana como válida para conducir al cese de las hostilidades y estos pedían  la salida de todas las tropas extranjeras, incluido el residual de fuerzas de Estados Unidos y la OTAN supuestos a irse a fines del 2014 y la liberación de los 60 prisioneros que aún retienen los norteamericanos en territorio afgano y cinco encarcelados en Guantánamo.



En las conversaciones  a iniciarse la pasada semana podría haber surgido el acuerdo de intercambiar los cinco de Guantánamo por el único militar estadounidense en manos de los insurgentes, el sargento Bowe Bergdahl, capturado en 2009 por la Red Haqqani.








Los talibanes abrieron la fortaleza para después dejar caer el rastrillo, dejando a Estados Unidos en la puerta. Los adoquines del camino a la paz parecen ahora más resbaladizos y eso que nunca han sido los adecuados. Lo ocurrido ha permitido a los talibanes cobrarse su venganza y al mismo tiempo solucionar la necesidad de tener un protector después de la marcha de la OTAN en 2014.


Tras doce años de guerra en Afganistán y casi tres, de efervescentes y fracasados intentos de negociación con los insurgentes, Estados Unidos creyó que todo finalizaría en Doha cuando en un movimiento de potencial despegue los talibanes anunciaron estar preparados para negociar la paz, si bien habían dicho públicamente que no lo harían con el gobierno electo de Karzai.


Washington persuadió al mandatario afgano que las conversaciones con una delegación del departamento de Estado y la Casa Blanca podrían ser el primer paso para un encuentro directo de talibanes y gobierno afgano. Karzai puso sus condiciones: que una vez comenzados los encuentros en Qatar se trasladarían a suelo afgano, pero los talibanes, con la parafernalia de apertura de "su nueva sede diplomática" como algunos la llaman, le "cortaron el rollo".


Un tipo igual de negociaciones tuvieron lugar en enero del 2012 y se rompieron cuando los talibanes acusaron a Estados Unidos de mala fe. Algunos encuentros indirectos continuaron fuera de la base de la dirección política de los talibanes en Pakistan y desde hace tres semanas venía planeándose el contenido de las que tendrían lugar la pasada semana.


El enfado de Karzai rompe críticamente con la visión a largo plazo sobre Afganistán de Obama, que puede resumirse en dos aspectos: realizar conversaciones de paz con los talibanes para eliminar la insurgencia antes de la salida de las tropas occidentales y alcanzar un acuerdo que permita mantener una fuerza militar de Estados Unidos pasado 2014.


Los talibanes, siempre propensos a prometer cosas y después retirar sus promesas, han estado buscando en Doha algún grado de publicidad a su favor ante el mundo. Primero tenemos su pronta y sorprendente voluntad de abrir una oficina para las conversaciones después de meses de resistirse a dar el paso, y el aparato que ha rodeado la apertura para que se les acepte como una fuerza política al igual que el gobierno de Kabul pero sin hacer concesiones previas y con el propósito claro de hacer saltar a Karzai.


Una declaración oficial del despacho del presidente afgano parece poner las cosas en su sitio. "Los recientes acontecimientos muestran que hay manos extranjeras interesadas en abrir una oficina talibán en Qatar. A menos que el proceso de paz sea entre afganos, el Alto Consejo de la Paz (creado por Karzai en 2010 como parte de los esfuerzos de paz) no participará en las negociaciones en Qatar".

Y, en medio de todo esto, los talibanes "chupando" cámara.

Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2011/10/afganistan-podra-vivir-sin-los-taliban.HTML
http://plumasendiaspora.blogspot.com.es/2011/05/requiem-ben-laden.html?spref=fb

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