Por Mirta Balea
Bruselas cree que la banca española miente. Y, los ciudadanos, también, aunque lo que está ocurriendo con las entidades forma parte de la falta de pulso de la economía, sumergida en esa zona sujeta a recalificación dentro de un limbo político desde el 2008.
Bancos y Cajas deberán pagar 10 mil millones de euros en provisiones a requerimiento del Banco de España, al que a su vez ha presionado la Unión Europea (UE) para conocer el uso dado a los fondos concedidos al sector financiero nacional. Las entidades rescatadas no están en condiciones de enfrentar las dificultades que esto conlleva y como salvavidas podrían intentar ampliar el dinero aprobado el pasado año mediante un Memorando de Entendimiento por la troika (UE, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).
Las autoridades de Bruselas creen que los bancos han utilizado el dinero para refinanciar créditos concedidos con anterioridad por valor 208 mil 206 millones para evitar calificarlos de morosos. De esta cantidad, 88 mil 300 millones de euros son hipotecas y de estos, 60 mil millones, ya se dan como incobrables. Una economía en recesión sostenida durante años y un 27 por ciento de paro confirman esta sospecha, según los eruditos de la economía.
El presidente Mariano Rajoy descartó la posibilidad de pedir más ayudas a la banca, como lo habían hecho algunos ejecutivos de las finanzas hace ya algunos meses, pero el varapalo podría hacerles decir los contrario, sobre todo después de caer la "bomba" el pasado 30 de abril.
El director general de Supervisión del Banco de España, Ramón Quintana, y el director general de Regulación, José María Roldan, en un comunicado conjunto - que no un decreto- aunque con un rango de mandato de ley, han pedido a las entidades bancarias y las cajas el provisionamiento de los 100 mil millones de euros.
Pedir un nuevo rescate, si se diera el caso, aumentaría la deuda soberana y supondría sucumbir a más exigencias de la UE, llámense ajustes, que se vienen estudiando por el Eurogrupo en las últimas 48 años al exponer como "excesivos" los desequilibrios de España. El ministro de Economía, Luis de Guindos, quien asiste a las sesiones, ha prometido villas y castillos a sus socios comunitarios para que se fíen del plan del Partido Popular, que hasta el momento ha desilusionado a todos.
Los desequilibrios de una moneda única suponen una corresponsabilidad y un apoyo de parte de las economías mejores. Como se hizo con Alemania en el año 2000 para ayudarla en la reunificación. Esa nación se convirtió en potencia exportadora neta, pasando de los desequilibrios al superávit en poco tiempo, cuando se constituyó el euro, según economistas europeos. Antes, las constantes devaluaciones para ganar en competitividad y los cambios en la paridad de las diversas monedas europeas lo habrían impedido.
La situación tambaleante de los bancos españoles ha dado pie al director adjunto del diario británico Daily Telegraph, Jeremy Warner, para decir en su blog que el país está en quiebra e inducir a los inversores ingleses a sacar su dinero. Lo cierto es que no pasa de ser un bulo porque los depósitos bancarios, según el Banco de España, están protegido por ley hasta el límite de 100 mil millones de euros.
Lo que ha impulsado hasta el momento a los compradores de bonos de deuda nacional a deshacerse de estos como si tuvieran en las manos una patata caliente ha sido la combinación de austeridad y restricción del crédito, impulsada especialmente por Alemania con su paranoia de reducir gastos, que ha impedido crecer a las economías más vulnerables de la eurozona, paralizadas por los recortes y ajustes y con el consumo restringido, que ha llevado a la quiebra a miles de empresas.
La confianza pública en la UE, un proyecto iniciado en 1951, ha caído a los niveles mas bajos conocidos, según el Eurobarómetro, el brazo comunitario para las encuestas. El 72% en España tienden a dudar, comparado con un 23% que lo hacía en 2007, un año antes de que Europa fuera barrida por la crisis financiera global. En Alemania, las cifras correspondientes son el 59% y un 36%.
El presidente del Consejo de Europa, Manuel Joao Barroso, ha tenido que reconocer, en rueda de prensa, que el desempleo, la incertidumbre y el crecimiento desigual han instalado en el continente la fatiga en cuanto a seguir adelante con el proyecto unitario. Advirtiendo sobre su confianza en la actual política económica, considera que ha llegado a su límite porque para que tenga éxito no solo tiene que ser adecuada sino contar con el apoyo social.
Tras algunos años de insistir en que la cura para Europa es el recorte del gasto por parte de la campeona de la austeridad, la canciller alemana Angela Merkel, Bruselas se encuentra ahora ante un campo minado de descontento social muy peligroso, que pide frenar esta receta para restaurar el crecimiento en el mayor bloque económico del mundo.
La economía norteamericana, en la que el gobierno se ha abstenido de reducir drásticamente los gastos, parece algo más fuerte que la europea. El presidente Barack Obama ha pedido al viejo continente que sus economías estimulen el crecimiento con una política monetaria más relajada.
Merkel, que enfrenta en septiembre elecciones, podría estar dando algunos tumbos para liberarse de la palabra austeridad, lo que no la alinea con las voces europeas que demandan una revisión radical de la actual política económica de Bruselas encabezadas por el presidente de Francia, Francois Hollande.
La UE podría intentar un plan para un aumento controlado del gasto público y de los salarios de los trabajadores, aunque las cifras inflacionistas de la zona subieran ligeramente, porque se daría tiempo a la recuperación. Las recetas aplicadas hasta el momento se ha visto que no permiten el crecimiento económico y la práctica anuncia que fracasarán estrepitosamente. ¿Y de quién será la culpa? Pues como se dice en España "del tato".
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