Estados Unidos: el terror vino del Cáucaso

Fotos de los dos terroristas difundidas por el FBI

Por Mirta Balea


Los hermanos Tamerlan y Dzhojar Tsarnaev no conocieron Chechenia de pequeños, sin embargo, su último post en la red social rusa Vkontakte, antes de cometer el atentado de Boston, resultó ser un chiste sobre la mala fama de los norcaucásicos en Rusia. Habían lanzado también perlas tales como "mientras usted me considera bueno y tonto, yo me estoy imaginando sus intestinos colgados de la lámpara del techo".



Con uno de los terroristas muertos en una refriega con las fuerzas del orden y el otro capturado y convaleciente grave en un hospital, la mayoría de la prensa se preguntaba qué motivos habrían tenido para cometer un acto de esta naturaleza el pasado día 15 durante un maratón popular. Dos bombas, cercanas a la línea de meta, mataron a tres personas, entre ellas un niño de ocho años, e hirieron al menos a 170.



Estuvieron hasta el pasado viernes libres. Incluso Dzhojar, según sus compañeros de universidad, volvió al recinto como si tal cosa el mismo día del atentado, hasta que huyó cuando vio sus imágenes en la televisión divulgadas por el FBI.



La pregunta que viene rondando mi cabeza es ¿cómo unos chicos que han vivido desde 2002 en Estados Unidos, cuya familia tuvo que trasladarse a Daguestan como refugiados por las guerras que asolaron a esa zona entre 1994 a 1996 y luego en 1999, que tienen en esta ciudad familiares (abuelos y tíos) descendientes de chechenos deportados durante las purgas de Stalin en Asia Central, podían participar en un portal islámico llamado Corporación del mal sin que las fuerzas de seguridad estadounidenses, que prácticamente te obligan a desnudarte en el aeropuerto y te toman fotos para poder pasar el control y entrar al país si eres extranjero, se percataran de nada?



La tensión en la zona norcaucásica es una de las espinas clavadas en el trasero de Moscú. A pesar de esto, Rusia dio por concluida la operación contraterrorista en abril del 2009 en Chechenia, lo que supuso para todo el mundo un reconocimiento oficial de la normalización de la situación. No fue, desde luego, un regreso al Estado de derecho en Grozni, sino el triunfo del régimen de Ramzán Kadirov, respaldado por el Kremlin. Aun así, la prensa hace la vista gorda ante los abusos del dictador y el conflicto ha desaparecido de las páginas que leemos cada día, de las emisoras que oímos, de la televisión que vemos.



Tamerlan obtuvo la residencia en 2007, su sueño era formar parte del equipo olímpico de Estados Unidos en la especialidad de boxeo. En una red social dijo que no tenía amigos estadounidenses porque "no los comprendía", pero se le veía en el gimnasio compartiendo con sus colegas rubios. Estudiaba ingeniería en la universidad Bunker Hill. Dzhojar se graduó en el Rindge & Latin School de Cambridge y le concedieron una beca en 2011 por ser uno de los mejores estudiantes para estudiar biología en la universidad de Dartmouth.



A Tamerlan y a Dzhojar - a todas luces influido por su hermano mayor para participar en el atentado- les parecía, a sus 26 y 19 años, respectivamente, demasiado confuso vivir en Estados Unidos, donde habían aprendido prácticamente a escribir y a leer. Se hicieron muy devotos del islam, radicalizaron sus ideas políticas y se pasaron al terrorismo, no en Rusia, ni en Chechenia, ni en Dagestán, sino en la tierra que los acogió como refugiados y les ayudó a construir una vida y de la que podían haberse marchado si querían. Así que ¿cuál sería la responsabilidad de su familia más inmediata en estos hechos, en sí mismos una ironía sobre los últimos gritos del conocimiento?






Paseando por las calles junto a sus víctimas potenciales.

Quizás no les gustaba el bosquecillo que debían pasar para alcanzar la ciudad, o tal vez se cansaron de ser una epístola irónica sobre las boutiques que les rodeaban o tal vez fueran sus lectores, que les entendían bien, con quienes podían explayarse vistiendo vaqueros y sudadera de capucha, o gorras de baseball para pasar por americanos auténticos y despistar.  Compraron dos mochilas para sus fines, camuflándose en la cultura ligera establecida, tomando parte de la metáfora en la historia de los superfluos productos de masas del estado de bienestar.



Tamerlan realizó el pasado año un viaje a Rusia para renovar su pasaporte -según su padre Anzor- y de paso fue a ver a su "gente" en Dagestán y Chechenia. Sus tíos dijeron a las redes sociales que desde que llegó no hacía más que hablar de religión. De momento no se ha hecho público que estableciera contacto con terroristas chechenos o grupos separatistas del norte del Cáucaso.



Rusia habría pedido información a Estados Unidos cuando Tamerlán quiso viajar porque tenían conocimiento de que se trataba de un islamista radical -algo que el FBI podría haber sabido sin despeinarse demasiado- y las autoridades estaban preocupadas. El The Washington Post ha informado que desde 1994, Rusia y Estados Unidos han venido intercambiando reportes rutinarios sobre residentes en busca de visa en los casos de sospechas de terrorismo u otros crímenes.



El FBI respondió a los rusos, sin haberse leído al parecer las perlas del pensamiento mas retrógrado de los hermanos en la red, que había consultado sus bases de datos gubernamentales, comunicaciones telefónicas, posible uso de sitios asociados a la promoción de actividad radical, y otras informaciones sin que encontraran nada preocupante.



Hasta este punto podría disculparse la ignorancia oficial.



Cuando Tamerlan regresó de su visita a Dagestan y Chechenia, una página creada por él en Youtube mostraba videos yihadistas que habría estado recopilando durante medio año. Uno promovía la prédica de Abdul al-Hamid al-Juhani, un ideólogo checheno; otro la de Feiz Mohammad, un salafista libanes con base en Australia.



Ahora los presidentes Barack Obama y Vladimir Putin se han prometido mutuamente, por teléfono, el pasado viernes, que "construirán una coordinación más cercana entre los servicios de inteligencia de Rusia y Estados Unidos en la batalla global contra el terrorismo".



El FBI y las agencias policiales locales encontraron en el registro de la casa de los terroristas y en los coches que utilizaron cinco bombas y tres granadas, pero nadie sabe de dónde salieron los explosivos, quien les dio el dinero para comprarlos y si tuvieron ayuda de algún tipo o cómplices en espera de ser detectados.

Uno de los terroristas, la víctima de ocho años y la mochila de la muerte.

El atentado de Boston podría dar un impulso en el Congreso a la reforma de la ley de inmigración, después del colapso sufrido por la de control de armas en el Senado en este mismo mes. Al salir de calendario esta última, la otra resulta un voto deseado y posible para demócratas conservadores y republicanos moderados, como para senadores con alta concentración de hispanos en su Estado.



Un grupo de ocho congresistas, conocido como la banda de los ocho, ha convertido este tema bipartidista en prioritario durante los últimos meses. Los legisladores han aprovechado para acusar al FBI de dar insuficiente importancia a las advertencias rusas sobre los vínculos terroristas de Tamerlan. Esta situación se puso al rojo vivo cuando el comisario de la policía de Boston, Ed Davis, informó a los medios que los hermanos se proponían realizar otros atentados.



Solo en dos ocasiones, en Turquía en 2001 y en Irak en 2006, los separatistas chechenos han protagonizado acciones fuera de Rusia, donde el terrorismo islámico actúa en especial.  La acción por la que serán recordados fue la toma de rehenes en la escuela número uno de Beslán, en Osetia del Norte, en septiembre del 2004. Treinta hombres armados y enmascarados retuvieron a mil personas durante tres días, muchos estudiantes entres seis y 16 años. Las tropas de élite decidieron, transcurrido ese tiempo, asaltar el colegio, apoyadas por el Servicio Federal de Seguridad, antigua KGB. Perdieron la vida 331 civiles, 11 soldados y 31 secuestradores, en una acción altamente cuestionada.



El menor de los hermanos era un chaval "encantador", según su profesor Larry Aaronson, en declaraciones a The Boston Globe. Tamerlan, justo a su llegada a Estados Unidos en 2002, aseguraba amar al país "porque tiene algo que Rusia no tiene, la posibilidad de ganar dinero si trabajas duro".



Dos jóvenes, que parecían integrados, escogieron dar un curso diferente a sus vidas, llenos de furia contenida, jugando su propio juego, pero muchos participantes en el maratón, ilesos tras el atentado, regresaron a sus casas, se dejaron caer en una silla, extendieron las manos ante sí y las miraron con perplejidad esbozando con los labios un ¿why?, como si el violento temblor de unas horas antes fuera la cosa más extraña que hubieran visto en sus vidas.

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