Datos personales

jueves, 28 de junio de 2012

Siria: la Iliada de los tiempos modernos






Por Mirta Balea


La guerra regular la libraba Palas Atenea, según los griegos, en tanto que la violencia sin restricciones estaba en manos de Ares. La Iliada nos cuenta cómo este último se enzarzó en una pelea con la hija de Zeus y perdió la partida. Luego fue a quejarse a quien mandaba sobre todas las divinidades del Olimpo y recibió sus simpatías.




Sin una norma que defina lo que está o no permitido en una guerra estamos a merced del desarrollo de los acontecimientos, de la voluntad de quienes combaten, como ocurría cuando no existían leyes internacionales y se tenían tan solo en cuenta los tratados entre reyes. O mucho antes que esto, las leyes naturales, el código de caballería,  la religión y, aún antes que esto, los usos y maneras de las sociedades tribales.




Los guerreros griegos que cometían excesos eran perseguidos, por Némesis, la vengadora, y sus erinas, montruos depredadores impíos, según el designio de los dioses. El diablo cambió los conceptos en la Edad Media al entrar en el juego de las sentencias, acosando en vida a los caballeros irrespetuosos con los derechos de los inocentes y enviándolos al infierno cuando morían. El mundo moderno ha intentado copiar de los antiguos las formas de hacer pagar a quienes traspasen los límites y se ha apertrechado también -a tenor de lo civilizado que somos- tras un montón de regulaciones sobre las fronteras en el compromiso bélico y el uso de las armas.




Con todo, los acuerdos de antaño debieron resultar tan inefectivos como los actuales porque si echamos la vista atrás en más de una ocasión el hombre moderno, avanzado y civilizado, ha podido anularlos a placer o simplemente los ha ignorado, dando inicio a dos conflictos internacionales de envergadura y a más de 160 de menor calado, después.




Así que no hay por qué asombrarse si el presidente de la Comisión Internacional para Siria, Sergio Pinheiro - en lo que resulta la primera declaración sobre el conflicto de ese organismo- apuntara las graves violaciones de los derechos humanos que se vienen dando en el contexto de "combates militarizados crecientes" y sin dejar de poner de relieve que se trata de un "conflicto armado NO internacional".







La denuncia es firme y al propio tiempo cautelosa porque el meollo de la situación interna que sufre Siria es que ya llegan a 13.000 los muertos, en su mayoría civiles, a los periodistas no se les permite monitorizar en el campo de batalla lo que realmente ocurre allí, los ciudadanos empiezan a sentir los rigores de las escasez de alimentos y los heridos mueren en muchos casos por la falta de cuidados y de medios adecuados, según han denunciado organizaciones no gubernamentales.




La propia insistencia del régimen de Bashir el-Assad de no permitir que salga la información y su obstinación en desconocer las demandas de la oposición y la comunidad internacional para deshacer el nudo gordiano mediante una salida negociada muestra que nunca aceptará de motu propio dejar el poder, aunque para lograrlo tenga que abatir hasta a las mismisimas piedras.




Su reciente discurso ante la televisión estatal, en el que admitió con dramatismo que el país se encuentra en un "estado real de guerra" y la consigna ha sido que "todos los sectores (entiéndase el ejército y fuerzas paramilitares) deben enfocarse a ganarla", da cuenta del carácter de vencedor que lo guía.  Como un Moisés abriendo el Mar Rojo para que pase su gente. (Tal vez esta imagen no le complacería).




La guerra civil en Siria es más encarnizada y cruel que la de Libia, donde la oposición contó con el apoyo a tiempo de la OTAN para allanar su camino a la victoria. El reciente derribo de un avión turco por las defensas antiaéreas del ejército sirio - que es la parte militarizada en esta contienda- ha pasado a ser un pie de página por la acción diplomática de la Alianza Atlántica sobre el gobierno de Ankara para impedir su mas que previsible respuesta contundente a la provocación.




Esta prudencia de los aliados militares de Turquía tendrá sin dudas consecuencias secundarias al colocar al presidente Recep Tayyip Erdogan en una tesitura digna de una obra de Eurípides. Como aquella en la que acusaba nada menos que a Hércules de cobardía porque prefería enfrentarse a distancia con sus rivales que pelear cuerpo a cuerpo, en un momento casuístico, claro. Todos sabemos como las gastaba ese símbolo de la virilidad, hijo de Zéus con una mortal. Y a esto me refiero con esta cita, a la fuerza de Turquía en la zona, a su poder geo-política y a su referencia como democracia entre los musulmanes.




De acuerdo a los preceptos aceptados de la guerra, el liderzgo de Erdogan se ha visto comprometido frente a las fuerzas que en su país claman por un escarmiento para Siria. De otro lado, se ha sentado el precedente para una escalada de fuerza del propio régimen de Damasco, envalentonado ante lo que irremediablemente interpretará como una cobardía de Turquía y del resto de las potencias de la OTAN y que nos trae de nuevo las palabras de Pinheiro en Ginebra de que el conflicto "NO es internacional".




Homs



Separar los conceptos de política nacional e internacional viene del Tratado de Westfalia de 1648, cuando se puso fin a una guerra de 30 años, en la que perdio la vida un tercio de la población europea porque a los reyes les dio por cruzar fronteras con la intención de imponer creencias religiosas a sus vecinos. El acuerdo pretendía terminar de un plumazo con las sempiternas  pretenciones humanas de tropezar una y otra vez con la misma piedra.





A partir de Westfalia, los estados pasaron a ser soberanos dentro de sus fronteras. Pero sabemos que esto no siempre ha funcionado, como lo demuestran conflictos recientes como Irak, Afganistán, Libia. En este último caso, incluso se miró para otro lado cuando Muamar el Gadafi resultó ajusticiado por un grupo de combatientes. 




El-Assad ha dado a sus hermanos musulmanes, a Israel y a las potencias occidentales más de un motivo para desear su salida de Damasco y la llegada de un cambio de gobierno. Recordemos que su apoyo a ultranza a Irán le ha valido que Arabia Saudita le mire de reojo y su financiamiento y conversión en corredor de armas para la organización terrorista Hamás, en la franja de Gaza, ha creado mucho resquemor en el estado judío, sobre todo porque Siria comparte tácitamente con Irán y Hamas el objetivo de hacer desaparecer del mapa de Oriente Próximo a Israel.



Al margen de la violación de los derechos humanos de la población civil siria, del coste económico de la guerra, de la destrucción de patrimonios culturales, y de los 30.000 refugiados protegidos en la frontera por Turquía, la pregunta es ¿quién podría erigirse como líder de un gobierno de transición? Los componentes del llamado Consejo Nacional Sirio, que dice agrupar a la mayoria opositora y cuyo brazo armado, el Ejército Nacional Sirio, tiene en jaque a las fuerzas de El-Assad, continúan siendo una incógnita y las potencias temen ahora el vacío de poder que resultaría de un cambio drástico en el equilibrio regional.





Y aquí entramos en eso que inventó Napoleón y hemos pasado a llamar estrategia, aun cuando a veces no sepamos bien a qué nos referimos. Como señala Martin van Cleveld en su libro Transformation of War, no se trata solo de que un boxeador saque al otro del ring. De lo que va es de rodear al enemigo,  privarlo de los suministros y obligarlo a rendirse sin entrar en su terreno. En el caso sirio, no es la regla que se cumple. Aquí las fuerzas están mezcladas, con una ventaja para las del régimen, intentando desgastarse unas a otras.




El exsecretario de estado norteamericano Henry Kissinger ha puesto el dedo en la llaga en un artículo publicado en el periódico español El País, al recordar muy apropiadamente, que al reaccionar ante una tragedia humana, debemos tener mucho cuidado de no provocar otra.





La Organización de las Naciones Unidas ha condenado sistemáticamente la violación de los derechos humanos por el régimen de el-Assad y la Liga Arabe le ha impuesto sanciones económicas. Ante el apoyo de China y Rusia a Damasco en el Consejo de Seguridad, se llevó a la Asamblea un rechazo explícito aprobado por mayoría.





Como Siria se había comprometido a un alto al fuego en marzo pasado ante el enviado de la ONU, Kofi Anan, los gobiernos de España, Francia, Estados Unidos, Alemania, Italia, Reino Unido, Bélgica, Bulgaria, Canadá, Australia, Suiza, Holanda, Japón y Turquía llamaron a consulta a sus embajadores en Damasco un mes después como símbolo explícito de rechazo a suincumplimiento del acuerdo contraído con la comunidad internacional.





A las 24 horas, 12 peronas fueron asesinadas a sangre fría. Se trataba de trabajadores, detenidos en un cordón policial a unos 20 kilómetros de Homs. Los observadores de la ONU, desplegados desde abril hasta julio próximo, han confirmado estas muertes y, también, que los cadáveres se hallaban maniatados. La Comisión de Derechos Humanos ha dicho que investigará el incidente.





Siria sigue contando con Rusia y China para bloquear toda iniciativa de uso de la fuerza internacional en la solución del conflicto, que, según el ministro británico de Exteriores, William Hayne, sería de una envergadura mayor que el compromiso con los opositores libios en su momento. Frente a esto, Occidente tiene a una oposición interna incapaz de unir fuerzas y encontrar un líder que la represente, por lo que hasta ahora y en el futuro mediato, las grandes potencias se inhibiran de una intervención directa, entre otros elementos, para evitar exacerbar a las fuerzas regionales.


Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2012/03/siria-el-derecho-vivir.html


No hay comentarios:

Publicar un comentario