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miércoles, 17 de julio de 2013

Cuba y Edward Snowden: la patata caliente.

 
 
 
 
Por Carlos Cabrera Pérez



Una pena que un traidor como Edward Snowden, quien no ha vacilado en vender información clasificada a los medios de comunicación, no tenga el detalle de comprar un avión de largo alcance para evitar que el presidente boliviano Evo Morales ande en un tren lechero por esos mundos de calvos y homosexuales, que solo comen pollos hormonados.




Lo relevante en este caso son las posturas del siempre locuaz ecuatoriano Rafael Correa, y el discreto Raúl Castro, que han aprovechado el lío para bajar un peldaño más en la tradicional algarabía antiyanqui que presidía cada acto de su hermano Fidel.




Correa tomó prudencial distancia tras una conversación “amable y respetuosa” (como se suponen que deben ser todas las conversaciones diplomáticas) con el vicepresidente norteamericano Joe Biden. Y habrá que estar atento a las próximas semanas, pues es muy probable que el Departamento de Estado tenga un detalle con quien todos presumían como el heredero natural de Hugo Chávez.




Quizás la reciente actitud de inversores internacionales de ir abandonando discretamente a Ecuador, en beneficio de Perú y Uruguay -entre otros países- han hecho comprender a  Correa que los amplios triunfos democráticos aconsejan generosidad, amplitud de miras y evitar actitudes suicidas como su reciente ley de control de la prensa.


Varado en el  aeropuerto de Moscú desde hace tres semanas, cada día con más incertidumbre sobre su lugar de aterrizaje, Snowden es hoy una patata podrida difícil de asimilar para cualquier país.
Raúl Castro sabe desde hace muchos años que agitar los sentimientos nacionalistas frente a Washington, no sirve para desayunar, almorzar y comer, tres de los grandes fracasos de una revolución que cambió los surcos por tribunas y a los campesinos por burócratas de partido único, disfrazados de cooperativas Made in el Soviet de Mabay.




Durante el arranque de la crisis en torno a las indiscreciones de Snowden, Cuba mantuvo discreto silencio y ni siquiera el canciller Bruno Rodríguez se refirió al tema en sus comparecencias; solo Raúl Castro en un discurso ante la Asamblea Nacional dijo que apoyaba el derecho de Venezuela, Nicaragua y Bolivia a conceder asilo al norteamericano y aprovechó para recordar que la isla es muy espiada.



Castro no aclaró si se refería al espionaje norteamericano o al que cada día perpetra su Seguridad a la mayoría de los cubanos, empezando por los miembros del Buró Político, como Carlos Lage y Pérez Roque, a quienes habrían pillados libando mieles de poder, según la descripción que hizo Fidel Castro en una nota que parecía escrita por Carilda Oliver Labra o José Angel Buesa, pues revelaba un amor desordenado por aquellos cachorros.




Raúl Castro ha cambiado la tradición y dejado que Nicolás Maduro, Daniel Ortega y el incomparable Morales -la nueva trinidad multimillonaria y antiyanqui- llevaran la voz cantante, y se limitó a ser un cubano socarrón que -desde pequeño- sabe que quien empuja no se da golpes.



Y esta postura confirma que La Habana quiere seguir avanzando en la normalización de sus relaciones con Washington, con quien conversará sobre “temas migratorios” a partir de este miércoles. Conocemos de una agenda oficial que plantea asuntos migratorios, pero luego aprovechan y Josefina Vidal, la jefa de Estados Unidos en la cancillería castrista, lleva y trae recados de diferentes ámbitos.




Raúl Castro lleva años trabajándose las relaciones con Estados Unidos -quizás inspirado en Viet Nam, que no progresó realmente hasta que no cuadró la caja con su derrotado enemigo- y muestra de ello son las reuniones mensuales entre militares cubanos de la Brigada Fronteriza y norteamericanos de la ilegal Base Naval de Guantánamo, en el oriente cubano. Un mes se reúnen en zona cubana y el siguiente en zona ocupada por USA; con discreción, sin algarabía ni notas oficiales y todo empezó por un ¿inocente? programa para cooperar en casos de desastres naturales y combatir la desertificación de la zona, que afecta por igual a ocupantes y ocupados, aunque los extranjeros no padecen la Libreta de ¿Abastecimiento?



Por si fuera poco, los nuevos mandamases militares de Habaguanex, el imperio que forjó Eusebio Leal apoyado por Fidel y Raúl Castro, tendrían preparadas hasta las matrículas turísticas que colocarían a los coches norteamericanos -incluidos los de exiliados cubanos que se porten bien- que decidan acercarse en ferry al viejo puerto de La Habana que -tras su sustitución por el moderno de El Mariel- se convertirá en una Marina de lujo con campos de golf en viejos espigones, al estilo de Nueva York.




Y todos estos planes no cuadran con la caduca letanía castrista de “Yanquis go home”. Tampoco es que Raúl Castro -al menos mientras viva su hermano Fidel- vaya a colocar un cartel de “Yanqui, esta es tu casa”, pero sabe que si quiere triunfar y tener un hueco en la historia, su política pasa por evitar episodios como los de Snowden y crear un comité bilateral que estudie cómo contrarrestar el avance del mar en La Habana y Miami, por decir algo más racional que recibir a un prófugo internacional en sus predios.

Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2013/06/estados-unidos-el-caso-edward-snowden.html

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